Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea
permanecían a distancia, contemplando lo sucedido. Lc 23 49
por el rencor, la ira y el rechazo, intentando comprender, desde mi esquina de
silencio y aflicción, la injusticia de tu muerte cruel y despiadada, mientras el
perfume de la inconfundible nube de incienso que acaricia el litoral de tu
grandeza impregnaba mi espíritu sometido a la tragedia, azotado por el látigo
del determinismo más encarnizado. Todo se había consumado, porque así estaba escrito.
Repentinamente, de manera casi imperceptible, la armonía ancestral que envolvía
tu figura, miserere de sentimientos doloridos, pareció transportar mi alma a la
tierra prometida por la fragancia de tu evangelio, elevándola y convirtiéndose
en bálsamo celestial para mi corazón marchitado de llanto y abandono.
Y un velo
de sosiego inaudito se precipitó sobre mi sufrimiento para lograr hacerle
claudicar rindiéndose a tu evidencia. Por más que la parca imagine ingenua que
ha vencido la batalla, tu esencia permanecerá intacta en las entrañas de tu
pueblo y tu voz perdurará imperturbable
a lo largo de los siglos, atravesando las fronteras, para sembrar la divinidad
de tu maravillosa semilla por los cinco continentes.
Porque Tú eres Consuelo de
los afligidos, Refugio de los desamparados, Remedio de las ánimas perdidas en
el purgatorio de tu ausencia… alfa y omega, principio y fin, causa y
consecuencia de nuestras humildes pisadas en busca del altar de tu Paraíso…
Benditas
que habitamos
creado,
crucificado,
ingrata
que penamos,
desata.
mis pecados,
desesperado…
barca
mar cristiano
has ido,
perdido,
acompañe;
ha consentido
culpable.
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