Córdoba, Portada

La crónica: Un ilusionante Sábado de Pasión de contrastes

Córdoba se ha impregnado de aroma de incienso e ilusión, por obra y gracia de cuatro cofradías que han demostrado estar a la altura de las expectativas, más allá de las evidentes y lógicas carencias patrimoniales directamente relacionadas con su juventud, paliadas sobremanera por el esfuerzo colectivo de sus hermanos y la esperanza que destilan sus respectivas puestas en escena, capaces de alimentar los sueños de los más exigentes de que el día de mañana estas cuatro corporaciones se incorporen brillantemente a la nómina de Hermandades que realizan estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral. 

Aire de fiesta sin matices por las calles de Fátima con fieles y cofrades que esperaban ansiosos la salida, desde la antigua cárcel provincial, de la dolorosa de Antonio Bernal, la vecina más bella del barrio, como la ha llamado el capataz Enrique Garrido justo antes de ceder los trastos al alcalde de Córdoba, José María Bellido, que ha protagonizado la primera levantá del paso de palio. La Virgen brillaba con luz propia, magníficamente ataviada y exornada con un inequívoco aire trianero, que posteriormente se respiró con nitidez por diversas partes de su radiante recorrido, como a la mismísima salida, donde el paso de palio empezó a ronear, festiva y poderosa.

La puesta en escena de la O ha sido magnífica, derrochando alegría por todos los poros de la cofradía, desde el primer instante con las notas de la Banda Villa de Osuna que ha elegido un repertorio muy alegre para acompañar a la dolorosa poniendo su granito de arena a cuajar un día de auténtica fiesta para los habitantes de este populoso barrio obrero que se ha rendido sin condiciones a la belleza magnificente de la Virgen de la O, elegante y sublime a la par que alegre, preconizando un estilo propio que pocos pasos de palio defienden en la actualidad en esta Córdoba cofrade que últimamente se ha decantado por el clasicismo decimonónico.

Envuelta en un mar de corazones el cortejo recorrió buena parte de los rincones del barrio, el mismo que un nuevo Sábado de Pasión ha querido ser participe de una muestra inequívoca de apoyo incondicional a la pro hermandad. Elevada nota la cosechada por la Corporación de Fátima, por la puesta en escena del cortejo y por el buen hacer de la cuadrilla costalera que ha mandado Enrique Garrido, que dirige una de las cuadrillas más solventes de Córdoba y se ha adaptado con maestría al estilo que demanda la cofradía de Fátima. 

El sol brillaba con fuerza en el corazón del barrio de Cañero cuando se abrieron de par en par las puertas de la parroquia de San Vicente Ferrer para que el nutrido y elegante cortejo que, merced al excelente trabajo desarrollado por la diputación mayor de gobierno, responsable de poner a la cofradía en la calle, anticipaba la llegada de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos en su Presentación al pueblo, abriéndose paso con espectacularidad entre el calor popular y el indiscutible aroma de barrio que impregna siempre la salida de esta joven y populosa cofradía. Pasadas las 17:30 el Señor atravesaba el cancel de su templo para entregarse al pueblo al que era presentado. Una salida compleja por los condicionantes derivados de las pequeñas dimensiones de la puerta del templo por el que la cofradía tiene que realizar su salida a la espera de que la burocracia municipal permita la apertura de la puerta lateral que añadirá mayor vistosidad al comienzo de la estación de penitencia de la Presentación al pueblo.

No obstante, la espera derivada de la dificultad mencionada mereció la pena por el buen hacer tanto de la excelente Redención de Córdoba como de la cuadrilla costalera dirigida con maestría por los hermanos Alarcón. Una combinación perfecta que dejó momentos de especial brillantez a lo largo de todo el itinerario, evidenciando el excelente nivel con el que la banda de la Estrella afronta esta Semana Santa, y regalando al espectador momentos de gran lucimiento en virtud del buen hacer de la cuadrilla. Especialmente destacable, por lo novedoso, ha sido instante en el que la corporación atravesó metafóricamente la desaparecida Puerta de Plasencia para acceder al barrio de San Lorenzo, en cuyo templo fernandino ha realizado estación de penitencia tras visitar a la Hermandad del Prendimiento, y precipitarse por la encrucijada de callejuelas que conforman este popular barrio que siempre huele cofradías y ahora, también el Sábado de Pasión. 

Instantes de gran emotividad los que se han vivido en dos puntos esenciales del recorrido de la Hermandad de las Lágrimas por las calles cordobesas este Sábado de Pasión. El primero de ellos, el paso por la Residencia del Parque Figueroa donde se ha notado el sentimiento a flor de piel con las devotas miradas de los más mayores agradecidos porque el Hijo de Dios hubiese acudido a visitarles un año más. El segundo ha tenido lugar con la llegada del Cristo a la Parroquia de Santa Rafaela María donde ha sido recibido por los feligreses con oraciones, fervor, recogimiento y agradecimiento por la presencia de quien derrama su gracia como maná del cielo para sanar los corazones afligidos y secar las lágrimas del universo entero.

Especialmente meritoria ha sido la chicotá de la cuadrilla costalera en la calle Isla de Formentera al compás de la Agrupación Musical de la Sagrada Cena de Córdoba, siempre en constante evolución en pos del deseado crecimiento. La ejecución del misterio, empresa que parece haberse detenido definitivamente, propiciarían un enriquecimiento iconográfico para esta cofradía que debería perseverar en el sendero de la paciencia y el paso corto y firme para poder avanzar. Poquito a poco, como los buenos costaleros es como se construye una cofradía.  Pero siempre andando.

Sobria la puesta en escena del Traslado al Sepulcro. La cuadrilla que por primera vez ha dirigido Eduardo Capdevila, junto a Rafael Pulido, Miguel Garrido, Juan Moreno y Álvaro Arias, ha vuelto a demostrar altas dosis de autenticidad a lo largo de todo el itinerario que ha desarrollado la cofradía. Autenticidad y sobriedad a través de un elegante paso largo y el aroma inequívoco a verdad costalera que siempre desprende esta cuadrilla que se va construyendo poco a poco, apuntando a una de las más sólidas de toda la Córdoba cofrade. 

La escena que, a falta de la culminación del impactante misterio que nacerá de la gubia de José Antonio Cabello -otra cuenta pendiente del Sábado de Pasión- ya conforman el Cristo de las Almas y la Virgen de la Salud y Traspaso, amén de los nuevos candelabros que han otorgado un punto de brillantez a un conjunto deseadamente austero, es más que suficiente para convocar a la introspección y propiciar la oración en el espectador y devoto que acude a la llamada.

Todo un acierto la visita de la cofradía a la Parroquia de San Fernando, por lo que supone de ensanchar las miras para potenciar el crecimiento de la corporación y porque una cofradía que debe aspirar a convertirse en Hermandad debe demostrar que, al igual que su cuadrilla, no utiliza la palabra miedo al enunciar sus pretensiones.

Cuatro cofradías con cuatro estilos diversos y perfectamente definidos. Cuatro estampas y cuatro maneras de entender la religiosidad popular y cuatro formas distintas de construir una cofradía para conformar entre todas ellas un maravilloso conglomerado que ha vuelto a regalar a Córdoba un maravilloso e ilusionante Sábado de Pasión.