Hace exactamente 365 que la Hermandad de la Paz y Esperanza inició oficialmente el sendero ilusionado para coronar a la Paloma de Capuchinos. Fue en un Cabildo de carácter extraordinario en el que no hubo habido sorpresas, desarrollado en el Salón Parroquial de San Miguel, y que convocó alrededor de un centenar de hermanos de la corporación, tras el llamamiento de asistencia realizado por la junta de gobierno «dada la enorme trascendencia del asunto a tratar». El máximo órgano de representación de la hermandad de Capuchinos decidió dar el respaldo por unanimidad a la junta de Gobierno de Enrique Aguilar, que mencionó en su discurso que «este proyecto no es de su junta sino de toda la hermandad», para que se reanudase el proceso que tiene como objetivo la coronación canónica de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza. Unos trámites que ya se iniciaron hace años, durante el mandato de Antonio Peligro, tras permanecer en el cajón del olvido durante todo este tiempo.
Cuatro años es el horizonte temporal que baraja la junta de gobierno para que el sueño de coronar canónicamente a la dolorosa de Martínez Cerrillo se vea materializado. No se trata, por descontado, de que 2020 sea ya la fecha fijada, pues la concreción de este extremo dependerá de la conjunción de múltiples factores, muchos de los cuales escapan al control de la hermandad capuchina. Pero sí es la estimación aproximada con la que trabajan en la casa blanca.
Una asamblea en la que se esbozaron algunos aspectos esenciales para que la coronación llegue a buen puerto, entre los que destacan por encima del resto el formativo y el asistencial, ambos con un peso específico actual en la hermandad franciscana que habrá que multiplicar por mucho para que adquieran los mínimos niveles exigidos para que un proceso de estas características obtenga la aprobación de Palacio. Una obra social que estará compuesta por las aportaciones de la corporación al Fondo Común Diocesano, participación en la Obra Social conjunta con el resto de hermandades, la tradicional bolsa de caridad de recogida de alimentos y otros productos, la participación con entidades solidarias como Adevida y la Fundación Bangassou, las acciones solidarias que emprenden habitualmente el grupo joven, las cuadrillas costaleras y otros grupos de la hermandad, así como una obra social específica emprendida con motivo de la coronación que será destinada a las misiones que los capuchinos despliegan por el mundo.
Meses después de aquel comienzo, la Fundación Miguel Castillejo fue testigo en la tarde del Día de la Paz de la presentación oficial a los medios y a los hermanos de la corporación franciscana, del Logo y el Cartel de los actos pro-coronación de la Paloma de Capuchinos que desde entonces tiene un lema “Córdoba corona de la Paz”, en un acto, en el que también se informaron de la Obra Social concebida para este evento histórico para la corporación. que contó con la presencia de Rafael de Rueda y José Ignacio Aguilera Castelló, artífices respectivamente de ambos elementos, con la plana mayor de la Junta de Gobierno de la Corporación que preside Enrique Aguilar, y de un considerable número de hermanos a pesar de la hora elegida para el evento, las 19 horas en un día laborable, lo que no restó ni un ápice de solemnidad a un acto que se ha convertido en el pistoletazo de salida de un ilusionante camino que deberá culminar con la coronación canónica de la dolorosa de Juan Martínez Cerrillo.
Una presentación que sirvió para que la hermandad anunciase la obra social especifica asociada a este sueño, uno de los pilares esenciales de la coronación, que desarrolla su obra de caridad habitual con destino a entidades como Adevida, la Fundación Bangassou, el propio convento de Capuchinos, la Asociación contra el Cáncer. Además la corporación Capuchina realizará una gran obra social que repercuta en la Diócesis. Una gran obra social que consistirá en la recuperación del antiguo seminario de Ntra Sra de los Ángeles de Hornachuelos para la recuperación de jóvenes en riesgo exclusión social y que llevará por título “Paz y Esperanza para los jóvenes y su dignidad”. Todo ello en pos de un objetivo que comenzó a desandarse hace ahora 365 días.