El 1 de mayo de 2014 tuvo lugar un hecho aborrecible en Sevilla. Un grupo de feministas, aparentemente sin el amparo de ninguna organización o asociación -aunque había dos miembros de la CGT-, realizó una manifestación-procesión blasfema por las calles de la ciudad, bajo la denominación de: «Hermandad del Sagrado Coño Insumiso a la Explotación a la Precariedad«. En los vídeos del «evento», se puede observar cómo unas doce mujeres portan capuchas a modo de penitentes y otras portan la imagen de lo que parece un órgano genital femenino, a modo de Imagen Sagrada, siendo portada en andas simulando un paso procesional de la Semana Santa. Ahora, tres de las sujetas que participaron en los hechos han sido condenadas.
Durante el nefasto itinerario se reprodujeron consignas tan deleznables como «la Virgen María también abortaría«, «hay que quemar la Conferencia Episcopal» o «me la suda la Iglesia Católica«, todo ello a escasos metros de la Basílica de la Macarena. La juez ha procesado a las tres imputadas por un delito contra los sentimientos religiosos del artículo 525 del Código Penal. En el plazo de diez días, las acusaciones personadas habrán de solicitar la apertura del juicio oral, formulando escrito de acusación o el sobreseimiento de la causa. A juicio de la Audiencia Nacional, que ordenó a la juez que continuara el procedimiento contra las tres mujeres, «la acción se realiza de palabra y con publicidad y, además, constituye un escarnio al dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María«, además de haber proferido frases tremendamente ofensivas contra la religión católica, que supone «una mofa del rito religioso de las procesiones de Semana Santa” y “una vejación a quienes profesan la religión católica utilizando el Credo con expresiones de contenido sexual, vejatorias y humillantes».
Son muchos los ataques que viene recibiendo nuestra fe católica en los últimos tiempos en los que parece que, amparados bajo ese prostituido paraguas llamado libertad de expresión, todo vale. Incluído ofender las creencias religiosas de aquellos que, sin insultar ni molestar a nadie, tendemos a callar y perdonar a quien nos pisa continuamente.