El Resucitado cierra con brillantez una histórica Semana Santa

Radiante se despertaba la mañana a orillas del Guadalquivir en una ciudad con reminiscencias de olor a incienso, azahar y cera derretida y en la que ya comienza a instalarse esa nostalgia que acompañe inevitablemente al cofrade cuando el palio de la Reina de la Alegría atraviesa las Puertas de Santa Marina para dar por concluída una nueva Semana Santa.

Temprano amanecía a las puertas del templo fernandino que albergaba en sus entrañas todos los detalles precisos para certificar la culminación de una Semana Santa que pasará a los anales de la historia de la Córdoba Cofrade.

Brillo incontestable en la radiante festividad que siempre destila la Corporación santamarinera cuando la Cruz de Guía y los impolutos nazarenos del cortejo del Resucitado se adentraban en el bosque de columnas de la antigua Mezquita Aljama hoy Santa Iglesia Catedral, moleste a quien moleste.

Abría el cortejo la agrupación musical Sagrada Cena de Córdoba objeto de todo tipo de comentarios positivos que certifican el buen camino emprendido y desarrollado por la formación musical de Poniente cuya evolución en los últimos tiempos ha tapado muchas bocas.

Sabor de barrio torero en todos y cada uno de los tramos del cortejo de la Cofradía y poderío indiscutible en la cuadrilla del Señor Resucitado que supo lidiar con destreza y solvencia con el problema técnico derivado de unos tornillos que al quedar holgueros obligaron a la hermandad a retirar una cartela y las maniguetas delanteras en previsión de males mayores y a la cuadrilla hacer levantar incorporadas desde Cardenal González hasta su hogar.

Magníficamente acompañado el paso de misterio por la Agrupación Musical Cristo de Gracia que ha vuelto a evidenciar que estamos ante una formación musical llamada a ser muy importante los próximos tiempos logrando una conjunción de alto calibre con los costaleros que dirige con brillantez el capataz Juan Berrocal.

Tras el Señor Resucitado la Virgen de la eterna sonrisa radiante exultante derrochando esa alegría infinita que sólo ella es capaz de derrochar inundando cada rincón de Córdoba de la felicidad de que el Hijo de Dios ha vencido a la muerte y al mismo tiempo de la satisfacción de haber vivido una Semana Santa plena cargada de detalles para el recuerdo y en la que habrá que ajustar determinados aspectos en la búsqueda de la deseada perfección. La Semana Santa de Córdoba ya dado los primeros pasos en el buen sentido habrá que seguir profundizando. Quedan 347 días para que sea Domingo de Ramos.