La tarde de este tercer sábado de septiembre se ha vivido con gran intensidad en el seno de la Córdoba cofrade por obra y gracia de la Divina Pastora de Capuchinos que ha vuelto a protagonizar un tradicional procesión gloriosa, una cita muy esperada por los vecinos del barrio. La Imagen ha sido entronizada en un nuevo risco hecho por Javier Barcones, miembro de la Asociación Belenista, y llevaba las peticiones de los devotos en el zurrón de la Virgen.
Se trata de un risco realizado en papel de pintor recubierto con espuma de poliuretano. La obra está pintada con spray de color marrón oscuro, con verdes, ocres y grises para dar la visión de un risco. En sus laterales se observan dos alusiones a la Virgen María: fuente de vida y pueblo de Dios. Además, se ha enriquecido con más puntos de luz para que la Virgen se pueda apreciar con mayor claridad. El exorno floral estaba formado por rosas, nardos, lisiantum y orquídeas. En él llamaba poderosamente la atención el nido situado en una rama del almendro dispuesto a espaldas de la Virgen así como algunas mariposas trufadas entre las rosas de las jarras. La labor de adornar de manera tan exquisita el paso ha recaído en Rafael Barón.
La Imagen capuchina estrenaba también el sombrero, realizado con encaje antiguo y unas flores regaladas por María Mondéjar. Ha sido realizado por el hermano del Redil Eucarístico, Julio Cachinero.
Musicalmente ha acompañado a la Virgen la Banda de Música de La Esperanza, una banda ligada estrechamente a esta corporación que se encuentra celebrando el XXV aniversario de su refundación con un exquisito repertorio que “ha sido confeccionado, como siempre, a juego con el recorrido y la simbología que se le quiere dar a cada lugar por el que se pasa”, ha declarado Inmaculada Luque, hermana mayor del Redil Eucarístico. Dos momentos cargados de especial simbología se han producido a la salida de la plaza de Capuchinos cuando la banda de la Esperanza ha interpretado “Paz Esperanza”, haciéndolo propio en la plaza del cardenal Toledo, cuando han sonado los sones de “Ángeles del Cister”, en un claro homenaje a las dos hermandades que comparten sede canónica con el Redil Eucarístico. También ha sido especialmente emotiva la petalada que se ha ofrendado a la Virgen en la calle Carbonell y Morand.
Cabe destacar que a la salida se ha interpretado la nueva marcha, dedicada a la Virgen, “Zagala Divina”, obra de Javier Calvo Galviño, estrenada el pasado mes de mayo, precisamente por la Banda de Música de María Santísima de la Esperanza, en el concierto celebrado en la plaza de Capuchinos con motivo de la efeméride que celebra el Redil Capuchino. El título de esta composición procede de la forma de la forma en la que Fray Gonzalo de Córdoba se refería a la Imagen Letífica en diversos documentos antiguos que fueron recopilados para la exposición que regaló al pueblo de Córdoba el redil eucarístico de la Divina Pastora el pasado mes de febrero.
A las 19:00 se han abierto las puertas de Capuchinos, mientras sonaban los acordes de la citada marcha, para que la Imagen pastoreña volviera a recorrer las calles de Córdoba, acompañada por un nutrido grupo de fieles y representaciones de las hermandades capuchinas, y Paz y Esperanza así como de la Hermandad del Rocío de Córdoba. El paso, ha sido mandado, un año más, por el contrastado capataz David Arce quien ha vuelto a dejar su inconfundible sello al frente de la cuadrilla costalera que tiene el privilegio de llevar sobre sus hombros a la reina pastoreña, cuyo cortejo ha contado con una representación de niños ataviados con el tradicional traje de pastorcitos.
La comitiva ha partido de la plaza de Capuchinos para continuar por Carbonell y Morand, la plaza del cardenal Toledo, Ramírez de las Casas Deza, Conde de Torres Cabrera, plaza de las Capuchinas, Alfonso XIII y Diego de León. Desde ahí ha atravesado la plaza de las Tendillas para comenzar el regreso a casa por la calle Cruz Conde, San Álvaro, Góngora, Ramírez de Arellano, Osario, Burell y Capuchinos. Un recorrido cuajado de intensos momentos imperecederos que han servido para propiciar una nueva cuenta del rosario infinito de recuerdos que conforman la memoria colectiva de la Córdoba Cofrade.