Córdoba, Portada

La Crónica | Un regalo de Esperanza para la ciudad de Córdoba

La tarde del segundo sábado de Adviento en la ciudad de Córdoba, se ha inundado de aroma de incienso y cera derretida y de música procesional por obra y gracia de la presencia de María Santísima de la Esperanza en las calles de Córdoba que ha sido trasladada en procesión extraordinaria a la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas en el marco de las celebraciones del septuagésimo quinto aniversario de su bendición para la celebración de los cultos que anualmente la hermandad le dedica. Cabe recordar que la Hermandad de la Esperanza se funda en 1939 en la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas y es allí donde se bendicen sus dos imágenes titulares, siendo además, su sede canónica hasta 1977, año en el que se efectúa el traslado a la Parroquia de San Andrés Apóstol.

El tiempo dio una tregua para ver salir desde San Andrés a la Virgen de la Esperanza, cumpliendo los pronósticos que anticipaban que el sol se abriría paso en medio de la tempestad que, en forma de lluvia, viene azotando a Andalucía en las últimos jornadas y promete volver a hacerlo en los días siguientes. Al languidecer la tarde en la ciudad de San Rafael la Imagen se encontró con los cofrades que anhelaban su mirada. Iba precedida por un cortejo muy bien organizado e impecable, aunque quizás un poco escaso al tratarse de una de las corporaciones más populosas de la ciudad.

La procesión ha presentado diversos tramos perfectamente definidos. La primera parte en la que la afluencia de fieles, cofrades y devotos no fue masiva dio paso a un auténtico oleaje de emociones que se multiplicó en presencia de la dolorosa de Martínez Cerrillo al llegar a uno de los puntos culminantes del recorrido, la Cuesta del Bailio, enclave al que la Virgen llegó a los sones de Paz y Esperanza y Encarnación Coronada, cantada por el público congregado en la Cuesta, y en el que se pudieron rememorar escenas perdidas por Córdoba hace poco más de un quinquenio y que, como evidencian los instantes vividos, muchos siguen añorando.

Al compás de Pasan los Campanilleros, brillantemente interpretada y cantada por la banda de la hermandad, Esperanza Cordobesa y Esperanza de Triana Coronada, el paso de la Virgen descendió, de manera comedida y elegante, los escalones más famosos de la Córdoba cofrade, con permiso de los de la Cuesta de Luján, despertando la nostalgia en buena parte del público asistente, materializada en un elocuente brillo en la mirada que demostraba que la emoción se hallaba a flor de piel. El ambiente festivo de Bailio dio paso a otros momentos de mayor recogimiento, como el paso por Juan Rufo y la llegada, al compás de Siempre la Esperanza, a la casa de Juan Martínez Cerrillo, en la esquina con Santa Isabel, donde una hermosa petalada sirvió de emocionante ofrenda para la Madre del Señor de las Penas.

La Virgen ha regalado a Córdoba una imagen inusual, procesionando sobre su paso sin palio y sin candelería, alumbrada por cuatro candelabros arbóreos cedidos por la hermandad de Jesús Nazareno de El Carpio, dispuestos en las esquinas, acompañada musicalmente por su Banda de Música María Santísima de la Esperanza. Si bien el equipo de gobierno de la corporación del Domingo de Ramos barajó la posibilidad de pedir un paso con palio que permitiese la entrada de la Virgen por la misma puerta por la que la Virgen de la Alegría realiza su salida procesional cada Domingo de Resurrección finalmente se ha optado por que la dolorosa de Juan Martínez Cerrillo sea trasladada en su paso sin palio, para acceder a Santa Marina por la puerta principal, por la que sale a la calle el misterio del Señor Resucitado.

La Virgen, brillantemente vestida por Eduardo Heredia, siempre capaz de sublimar la belleza de una de las dolorosas más guapas de cuantas nacieron de la gubia de Martínez Cerrillo, ha lucido saya de tisú de plata bordada en oro, el manto de salida, la toca de sobremanto bordada en oro y su corona de salida. Ha estrenado pendientes de estilo isabelino de oro y corales, donación de una familia de la Hermandad, puñetas de punto duquesa, donadas por un hermano, anillo de perlas y pendientes de plata de ley y circonitas, donación de otro hermano, tres broches de filigrana en plata engastados con topacios, regalados por un grupo de hermanos y varias medallas de condecoraciones militares y civiles ofrendadas por hermanos y devotos particulares.

Una bella imagen completada con el magnifico exorno floral realizado por Bernabé Jiménez, compuesto por nardos, rosas y claveles en tonalidad rosa, así como alhelíes. Lleva azucenas como símbolo de la pureza de la Virgen María. Jiménez ha querido escoger las más bellas flores de un patio cordobés del barrio piconero para adornar el altar itinerante que llevará a la Dolorosa morena hasta la que fue su casa. Especialmente llamativo ha sido el anagrama de María que lleva a los pies, dispuesto en una alfombra floral realizada con lentisco, pétalos y flores secas.

El completísimo repertorio que ha acompañado al caminar de la dulcísima imagen del imaginero bujalanceño se ha compuesto de piezas clásicas como Virgen de la Paz o Virgen de los Negritos, de Pedro Morales, Pasan los Campanilleros, de Manuel López Farfán o Virgen de los Dolores, de Enrique Báez que se han compaginado a la perfección con joyas contemporáneas como Siempre la Esperanza, de Espinosa de los Monteros, o Macarena y Encarnación Coronada, de Abel Moreno, así como otras marchas icónicas como Esperanza de Triana Coronada, de José Albero, Paz y Esperanza de Martín Salas, Coronación de la Macarena, de Pedro Braña o Esperanza Cordobesa, Rafael Ramírez y piezas propias de la Banda como Tras tu verde manto, La Esperanza de María o He ahí la Esperanza, de Rafael Wals.

Una multiplicidad de detalles para alimentar los sentidos y ofrecer a la Córdoba Cofrade una inolvidable jornada que pasará a ocupar un lugar de privilegio en la memoria colectiva de los devotos de la Virgen de la Esperanza y de toda la ciudad de San Rafael.