La talla aparece ataviada con un manto burdeos con disposición terciada, recuperando una imagen que recuerda al siglo pasado
La Soledad de San Buenaventura ha sido cambiada para el final del tiempo de Pascua con Pentecostés y para el Corpus Christi, luciendo un bellísimo conjunto que evoca a otros tiempos.
La Virgen luce saya y manto bordados en oro y en color blanco y burdeos, respectivamente. Esta espléndida combinación de tonalidades se suma a la posición de las manos de la dolorosa y la colocación del manto.
Concretamente, la talla Mariana lleva las manos cruzadas casi a la altura del pecho, sujetando entre ellas unos clavos, en referencia a los que sujetaban al Señor en la cruz.
Junto a ello, llama la atención la posición del manto de manera terciada sobre el lado izquierdo de la cintura de la Virgen, lo cual simboliza la virginidad de la Virgen; recuperando así un estilo más propio de las Vírgenes de Gloria, y que las dolorosas puesieron igualmente en uso durante el siglo XX.
La cofradía del Viernes Santo y su vestidor, José Antonio Grande de León, vuelven a superarse con este cambio que devuelve a la imagen a épocas pasadas, proyectando gran dramatismo y unción en la cuidada composición del atavío.