Rafael Giraldo se incorpora al equipo de Rafael Muñoz para dirigir la cuadrilla del palio del Mayor Dolor en su Soledad

Dice un refrán español que «cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana«. Algo así se podría aplicar a la magnífica noticia que emana del seno de la Hermandad de Jesús Caído. Una noticia protagonizada por dos grandes hombres que se han convertido por derecho propio, con el paso de los años, en dos grandes nombres del mundo del costal y la trabajadera, en dos importantes capataces. 

Hace apenas unas semanas, en plena conmemoración de la fiesta litúrgica de Pentecostés, el alma de la Córdoba Cofrade se quebraba con la incomprensible destitución de uno de los capataces más reconocidos, respetados y valorados de la nueva hornada de hombres de negro surgida en su seno al amparo del siglo XXI. Rafael Giraldo Abad, dejaba de ser capataz del paso de palio de Nuestra Señora de la Estrella por una de esas circunstancias extrañas que solamente pueden tener explicación justificadas en el pago de facturas pendientes y de favores prometidos, en una jugada muy similar a la que otros habían sufrido en sus propias carnes en el pasado. 

Pocas semanas después, la renuncia de otro de estos nuevos grandes capataces, Jesús Ortigosa, devolvía a la primera plana de la actualidad del mundo del martillo, al pie de Sierra Morena, a uno de los grandes mitos del universo del terno negro de la ciudad de Córdoba, Rafael Muñoz Cruz, miembro de una de las sagas más importantes de los capataces de Córdoba encabezada por su padre, el inolvidable Rafael Muñoz Serrano, que recibía el encargo de dirigir la cuadrilla del paso de palio de Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad

Ahora, y en virtud de la propuesta realizada por Muñoz a Giraldo, ambos nombres han unido sus destinos, toda vez que Rafael Giraldo ha aceptado incorporarse al equipo de capataces de Rafael Muñoz para acompañarlo en esta nueva andadura al frente de uno de los palios más clásicos de toda la Semana Santa de Córdoba, evidenciando el respeto mutuo, el afán por construir un nuevo proyecto y la generosidad que siempre acompaña los hechos de los grandes hombres.

Un equipo que se complementará con José Frías y Manuel Cobacho, ambos hombres de la casa, costaleros de la dolorosa de San Cayetano, con experiencia con el terno negro, que ejercerán de contraguías en esta nuevo e ilusionante aventura que deberá tener su refrendo el próximo Jueves Santo, cuando la Madre de Jesús Caído recorra elegante las calles de Córdoba camino de la Santa Iglesia Catedral.