Una imagen de ensueño

​Hay imágenes que hablan por si mismas, que no precisan elemento accesorio alguno que amplifique aquello que muestran, que se hayan dotadas de una magia inequívoca y que evidencian lo que significa esa religiosidad popular que está profundamente enraizada en el más íntimo sentimiento de una sociedad. Imágenes que demuestran que es imposible luchar contra los elementos y que por más que algunos pretendan negar la evidencia, la Semana Santa y el pueblo de Córdoba constituyen un todo unitario e inalterable, una simbiosis perfecta imposible de disociar.

Hace décadas hubiese sido impensable una imagen como la que encabeza esta reflexión. Hoy en cambio, la evolución experimentada por una celebración que se ha convertido en eje esencial del espíritu de toda una ciudad propicia escenas cómo ésta. Una instantánea que muestra al Santísimo Cristo de la Agonía por la calle Capitulares el pasado Martes Santo, en la que el crucificado de El Naranjo atraviesa una inmensidad, un auténtico océano de devoción, cumpliendo una de las premisas fundamentales para lo que hace siglos alguien pensó que debería existir esta manifestación única, incomparable e insustituible que hoy llamamos Semana Santa.

Ser capaz de hacer llegar el mensaje de la Verdad a lugares donde jamás llegaría de otro modo. Esta evangelización junto con la labor social son las razones nucleares que dan sentido a las cofradías, y las pruebas demuestran que poco a poco y paso a paso, se va construyendo aquello para lo que un día fue soñada.

Un sueño que en el caso de la Corporación de El Naranjo se amplifica, se multiplica y se alimenta con el deseo incontenible de que en apenas unos meses la Madre de Dios inunde de Salud cada rincón de la ciudad de San Rafael y que la próxima fotografía de la cofradía por el mismo punto muestre tras el caminar de su Hijo al paso de palio de la más bella joya que brilla en los corazones de los hombres y las mujeres que forman parte de esta cofradía singular, irradiando su luz maravillosa el próximo Martes Santo. Porque una vez alcanzado un sueño, no hay nada más hermoso que ir en la búsqueda de otro…