Córdoba

Cordobesa, sin pecado concebida

Superando las tristes circunstancias en las que nos hallamos, cada rincón de la ciudad de San Rafael se ha preñado, por obra y gracia del 8 de diciembre, del aroma inconfundible del amor incondicional hacia la Madre de Dios, la que luce poderosa, pese a la tribulación reinante, en el latido ancestral de las más hondas tradiciones que brillan en las entrañas de la Córdoba de nuestra memoria y que se alimenta de las costumbres sobrevenidas que se han ido convirtiendo paulatinamente en seña de identidad del espíritu de sus gentes.

Este nuevo día de la Inmaculada Concepción, toda Córdoba ha buscado reflejarse en la mirada de la Virgen María, para encontrarse cara a cara consigo misma con la herencia recibida y con la memoria que ha de transmitir a las generaciones futuras. En Santa Marina con la Reina de la Alegría, en Santiago con la Virgen de la Concepción, en el Cerro con la Encarnación, en el Naranjo con la Salud, en la ermita de la Alegría con Gracia y Amparo, en el Campo de la Verdad con la Virgen del Dulce Nombre o en San Lorenzo con la Palma los cordobeses se han reencontrado con su devoción imperecedera hacia la virgen María, peregrinando de pupila en pupila, de pedacito de Cielo en pedacito de Cielo, para ser testigo de la infinita majestad de la luz que emana de la más bella flor de cuantas jamás fueron creadas. Como ha hecho nuestro compañero Antonio Poyato, siendo testigo del milagro a través de su mirada…