Detalles

​Ya faltan pocos días para tu vuelta, para llenar ese vacío que dejaste y  estar junto a tu madre que espera paciente tu regreso. Será en plena cuaresma, justo antes de esos días que dan comienzo a los cultos más esperados, a esos momento donde las hermandades y la Córdoba cofrade empieza a eclosionar como el azahar de los naranjos.

Unos días tan sólo faltan para volver a rezarte mirándote a tus ojos. Será finalmente el 19 de marzo, estaba previsto que fuese unos días antes, pero las casualidades de la vida han querido que sea el día del padre, el día de tu convento el elegido para tu vuelta. Una vuelta que nos tiene expectantes, impacientes por ver los resultados de tu convalecencia.

Quizás, tu tez más clara sea esa primera imagen que a todos nos impresione, una tez que se asemejará más a aquella que ideara y tallara ese anónimo maestro artesano que con unas manos inspiradas por las musas fue dando forma centímetro a centímetro a ese bloque de madera, a esas piezas que hoy conforman tu bendita figura.

Ese maestro que no hizo más que plasmar la más real imagen de un hombre que sufre, que padece, que ha sido maltratado, golpeado, herido y ultrajado, pero que mantiene su compostura y su dolor, a la vez que con humildad acepta su destino y perdona.

Muchos son los detalles que se nos escapan a los ojos, muchos e impresionantes los que el autor de tu figura quiso expresar en ti. Entre esos están tus ojos, ojos llenos de vida y dolor, evocadores, de una mirada humilde que impresiona, ojos que en la lejanía del jueves santo atraviesan corazones y en la proximidad de tu capilla inspiran calma y amor, ojos que en la cercanía absoluta, esa que tan sólo algunos privilegiados tiene la suerte de tener, ofrecen detalles tan impresionantes como un derrame y una lagrima incipiente que bordea el parpado inferior de tu ojo, una lagrima que no termina de caer, pero que refleja ese sufrimiento, ese dolor contenido, esa humanidad tan grande que engrandece aun más tu divina figura.