Extracto del Pregón de la Semana Santa de Sevilla
Fernando María Cano-Romero Méndez. Año 2011
El Pregonero se acuerda de las nuevas Hermandades de los barrios de Sevilla, de las cuales hay algunas que hoy forman parte de la nómina de cofradías que realizan Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral.
El Cerro del Águila, San Gonzalo, Santa Genoveva o el Polígono de San Pablo son algunos ejemplos.
Y junto a ellas, las llamadas Hermandades de Vísperas que ensalzan magníficamente los días previos a la semana grande.
Incorporaciones
Nuestra centenaria Semana Santa, no es producto de un ayer relativamente inmediato, historiadores de pasadas centurias, nos dan detallada cuenta de cómo eran en el Siglo XVII las “Religiosas Estaciones que frecuenta la Religiosidad Sevillana” o en el XIX las “Glorias Religiosas de Sevilla”, entre otros muchos más.
Pero no cabe duda, que es en el pasado siglo cuando han surgido numerosos estudios de este peculiar fenómeno de la religiosidad popular. En ellos, se constata de forma clara la evolución de nuestras instituciones a través de los tiempos y las derivadas que de ellas marcan importantes influencias en la sociedad sevillana a todos los niveles.
Pero todos coinciden en que esta religiosidad nacida de las más profundas raíces de nuestro pueblo, va indefectiblemente unida a la devoción que éste siempre sintió por los misterios de la Pasión de Nuestro Redentor y los Dolores de su Madre, así lo manifestó a través de los tiempos, porque nuestra Semana Santa es producto de la Fe de nuestro pueblo, y así, solo así, nos ha llegado como bendita herencia de nuestras generaciones anteriores.
Si la despojamos de este sentido religioso, la dejaríamos en un grandioso conjunto de arte pero que también podría contemplarse en las salas de un museo sin más merito que su atractivo artístico. La Semana que llamamos Mayor, porque así la consideramos, no es una fiesta más de las muchas que la gracia, que brota a borbotones en nuestro pueblo, produce durante el año.
No, nuestra Semana Santa es la realización que aflora de los sentimientos que el sevillano percibió cuando en sus primeros años contempló en brazos de su padre, los pasos del Cristo y de la Virgen de su barrio, y su madre le vistió por primera vez la túnica de su cofradía y le enseñaron a querer a Dios y a su Madre por encima de todo dejándole bien claro a quién tenia que recurrir en sus apuros y necesidades.
La gente sana de nuestro pueblo sencillo sabe muy bien que nuestra Semana Santa no es, aunque se enmarque en esa bellísima estación del año, la fiesta en que se celebra el Solsticio de la Primavera, sino la sevillanísima forma de conmemorar con la más profunda religiosidad la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Madre. El aumento de población que experimenta la Ciudad y el precario estado del caserío en muchos de sus barrios obliga a una gran parte de sus vecinos a trasladarse a las nuevas barriadas que van surgiendo y ampliando el perímetro del casco urbano.
Son sevillanos a los que su marcha les hace perder el contacto diario con la Imágenes de su devoción y la Hermandad a la que pertenecían, que si bien volverán con fiel puntualidad cada Semana Santa, el día que haga Estación de Penitencia, necesitarán de la vivencia continuada día a día que a través de la Hermandad los lleve a acercarse a unos Titulares que serán, sin olvidar los anteriores, su nuevo objeto de devoción.
Así surgirán Hermandades que darán un verdadero ejemplo haciendo frente a la distancia que las separa del Centro y las obligará a caminar muchas horas para poder alcanzar la Catedral. Pionera, la Hermandad de San Gonzalo, desde el Barrio León, más allá de la más alejada Triana.
La seguirá, desde su Parroquia de Santa Genoveva, la Hermandad del Cautivo, llama devocional del Tiro de Línea, continuada posteriormente por las que desde Nervión en la Gran Plaza, o del más lejano aún Cerro del Águila y, últimamente, desde el polígono de San Pablo se imponen un esfuerzo ímprobo para cubrir sus larguisimos itinerarios.
Pero el mismo fenómeno se repite en barrios tan alejados que hacen impensable la más remota posibilidad de llegar hasta el centro de la Ciudad.
Conscientes de ello, pero dispuestos a no desistir en su empeño, nacen las llamadas Hermandades de Vísperas, por efectuar su recorrido en los días previos a la Semana Mayor.
Quién piense que se trata de pequeñas corporaciones surgidas para matar el gusanillo cofrade de quienes siéndolo llegaron por una u otra causa a vivir en estos nuevos barrios, se equivoca plenamente. Parten de una arraigada devoción a sus Imágenes, colaboran en la labor pastoral de sus Parroquias, aglutinan un importante numero de feligreses en su nóminas y son foco de atracción para la labor que la Iglesia desarrolla en las mismas.
Quien quiera tener un detalle de su fecunda acción social, que acuda un 18 de diciembre a primera hora de la mañana a las puertas de la Basílica Macarena y compruebe como todas ellas, tras una ofrenda floral a la Virgen, se dirigen al Hospital de su Nombre para llevar la alegría de la Esperanza a los niños de la planta de oncología que les haga olvidar, al menos durante unas horas, el grave mal que les aqueja.
Y así desde Padre Pío hasta Heliópolis, desde Bellavista hasta Pinomontano y desde el Parque Alcosa y Torreblanca hasta la Parroquia del Sagrario, en el mismo centro de la Ciudad, el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión ponen un hermoso prólogo cofrade al que este año se une Triana demostrando que la gracia que imprime a sus Hermandades puede encontrar perfecto contrapunto en la austera seriedad de su nueva Cofradía.