El Capirote, Opinión, Sevilla

El capirote | La misma cantaleta

Uno de los indicios de que la Semana Santa está cerca sucede cuando comienzan a inundarse los canales oficiales de nuestras hermandades con instantáneas de los atavíos de las dolorosas. Entonces surgen los debates en torno a las vestimentas, que es uno de los temas más comentados en los últimos días en las redes sociales. Ya sea con mayor o menor conocimiento, no falta el usuario que aplaude o muestra su disconformidad con el resultado.

De entre las distintas épocas en las que muestran atavíos diferentes es precisamente en Cuaresma cuando más información cofradiera relativa a ellos encontramos. Desde antes de la cita con la que da comienzo el tiempo de preparación ya encontramos hebreas, para dar paso a cómo se muestran ante los fieles el día de la función principal o besamanos. Y semanas antes de que dé comienzo la Semana Santa ya aparecen sobre su paso, probablemente luciendo lo mejor de su patrimonio textil además de interesantes joyas.

En la evolución sufrida en los últimos años hemos descubierto grandes aciertos. Contemplamos a la Virgen de la Estrella como en sus mejores tiempos. Y redescubrimos la belleza de la Santísima Virgen de la Angustia que está espectacular. En la parte opuesta de la balanza vuelve a ponerse de manifiesto cómo se encuentra la Virgen de la Amargura. Quizá sea el caso más llamativo, el que más debate despierta en Internet. Un mutismo en los medios —auspiciado en parte porque quienes trabajan son hermanos de la corporación del Domingo de Ramos—, que no es tal en las tertulias. Flaco favor se hace con el silencio, pretendiendo acallar lo que por otro lado se grita a voces. Una imagen de la categoría de la dolorosa que veremos por partida doble la próxima Semana Santa merece un cambio de vestidor. Pero también hemos encontrado poco favorecidas a Nuestra Señora de los Ángeles, Dolores de Santa Cruz o Refugio de San Bernardo. Por no hablar de la instantánea que recorrió las redes sociales con la Virgen de la Caridad vestida de hebrea con el manto de salida sobre esta, que bien podría haber sido omitida por el que la difundió. ¿Cómo permitieron tal instantánea?

Hay quien afirma que la labor del vestidor tendría que recaer sobre un hermano de la corporación, que conociera en profundidad a la imagen. Pero desgraciadamente no existen tantos vestidores y entre los que conocemos no todos están a la altura. No es concebible que las hermandades organicen jornadas sobre arte, hablen sobre la excelencia de nuestro patrimonio y la rica historia que atesoran y finalmente den su beneplácito a que veneradas imágenes se presenten de tal guisa para la estación de penitencia. ¿Cuándo se replantearán las corporaciones el cese de algunos de los vestidores que actualmente se encargan de ataviar a nuestras dolorosas?