Podría parecer que en el tiempo estival decaen las procesiones, pero con el actual arzobispo tendremos coronaciones y salidas extraordinarias para largo. Lo que sí decae en los meses veraniegos son las publicaciones de corte cofradiero, que suelen aglutinarse en tiempos como Cuaresma, aunque incluso para Navidad ya encontramos algo en los catálogos para regalar el día de Reyes.
Pero Sevilla es más que el patrimonio de sus hermandades. Tenemos un ingente patrimonio, por ejemplo, en los conventos. Uno entra en San Clemente, Santa Inés o San Leandro, por poner unos cuantos ejemplos, y está tan acostumbrado a la riqueza que atesora la ciudad que no somos conscientes de cuánta calidad aguarda en las paredes varias veces centenarias de los monasterios. El año pasado pudimos descubrir de nuevo Madre de Dios de la Piedad, que tras años cerrada volvió a lucir tras las reformas efectuadas, y Santa Clara ha reabierto sus puertas deleitándonos con obras, entre otros, de Martínez Montañés.
El patrimonio desconocido es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la ciudad de Sevilla. Porque aquello que no se conoce nos es ajeno, pasa imperceptible ante nosotros y acaba desapareciendo sin que nos demos cuenta de lo que estamos perdiendo. Desde hace años, Salvador Guijo Pérez se encarga de dar a conocer la riqueza que atesora San Leandro, el convento cerca de San Ildefonso famoso por sus yemas y que cada 22 de mayo nos muestra a la abogada de los imposibles más cerca de los fieles. Santa Rita es su devoción más conocida, pero el convento acoge multitud de obras que sin duda sorprenderían a quien se acerque a conocerlo.
Pues bien, en diciembre del pasado año ya circulaba una obra titulada El Real Monasterio de San Leandro de Sevilla. Notas histórico-artísticas sobre el monasterio y su iglesia. Se trata de su primera obra en solitario. La publicación solidaria cuesta tan solo treinta euros y la cuantía va destinada a ayudar a las hermanas agustinas. Cuenta con la financiación de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y puede adquirirse en el propio monasterio y en las tiendas de las hermandades de la Macarena y del Gran Poder. Al ser destinadas para el cenobio, no se acepta tarjeta de crédito.
Alrededor de doscientas páginas donde uno conocerá no solo la historia del monasterio sino también la evolución a través de los siglos y su inigualable riqueza. Niños Jesús de Montañés, Luisa Roldán, Cristóbal Ramos o Fernando Ortiz, dolorosas de Montes de Oca o Manuel Gutiérrez-Reyes Cano, un crucificado de Pedro Roldán, un San Antonio de Juan Bautista Patrone… Una obra imprescindible para quienes quieran conocer el otro patrimonio que duerme en las clausuras y que gracias a estudiosos como Salvador Guijo podemos conocer.