La obra fue realizada por el insigne imaginero Marcos Cabrera en 1597
La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Hermandad de Jesús de Utrera ha sido trasladado a las dependencias del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) para realizar un estudio de conservación.
Los profesionales de esta reputada institución elaborarán un informe sobre el estado en el que se encuentra la talla y un presupuesto para una posible intervención.

La imagen de Jesús Nazareno es obra del magnífico escultor Marcos Cabrera, y fue realizada en el año 1597. El Señor es de tamaño natural, con una altura de 1,60 m. (en posición erguida sería de 1,76m.), con el cuerpo algo inclinado hacia adelante, bien apoyado sobre las separadas piernas, a fin de soportar el peso del Madero.
Su figura, detalla la corporación, se halla concebida en un compensado “contrapposto” que busca obtener estabilidad a través de una aparente inestabilidad, mediante un juego de tensiones compensadas: el movimiento de la pierna izquierda adelantada queda contrarrestada por la torsión de cintura que propicia un avance del hombro derecho, en tanto todo el peso del cuerpo y cruz bascula en eje sobre hombro y pie contrario. Es una vieja fórmula de raigambre manierista que Marcos de Cabrera magistralmente ensaya en esta imagen, como otros artistas contemporáneos.
Esta obra escultórica ha sufrido diversas restauraciones a lo largo de las centurias, tal y como describe la propia Hermandad de Jesús Nazareno en la página web. Están documentadas las que se practicaron en 1793 y 1980, si bien fue intervenida a fines del s.XIX por Escamilla y en nuestro siglo por el escultor Antonio Eslava.
Con respecto a la de 1793, consta que se le talló nuevo cuerpo, se le colocaron ojos de cristal, tareas realizadas por Felipe González, y se encarnó y policromó por Diego Suárez. Desde esta restauración al Señor se le adapta, de manera definitiva, la cruz en la posición que hoy la lleva, con el vástago más largo a la espalda.
En 1881, el escultor local Francisco Escamilla Rodríguez vuelve a intervenir la imagen; posiblemente, moldeó la cabellera en yeso y estopa encolada, añadió pestañas y varió la posición de la imagen para adaptarla al Cirineo.
Ya en 1980, José Rodríguez Rivero-Carrera, consolida la fijación de los pies a la peana, resanándolos y sustituyendo el cilindro que tenían en el interior por unas espigas. Sustituyó los brazos; respetó las partes originales –cabeza, manos y pies- si bien intentó restablecer la policromía primitiva. Eliminó las pestañas, matizó los ojos de cristal y mejoró imperfecciones y grietas.