La espléndida galería de Benito Álvarez da fe de la veneración a la Virgen durante este fin de semana
El barrio del Plantinar se para y enmudece con cada rayo, con cada brillo, con la caricia cálida en las tardes de invierno del astro rey.
El Sol, el barrio y María. La hermandad que lleva el nombre de lo que Dios creó para darnos la luz y el día, venera con devoción y amor de hermanos a María Santísima, llevando además la inmejorable advocación de la Virgen del Sol.
Qué belleza escondida hay en tu nombre, Madre del Plantinar. La Señora, siguiendo sencillamente el esbozo del Apocalipsis, aparece como Virgen vestida de Sol, revestida de luz y enjoyada con oro de ofir.
Y asimismo se nos presenta ella en su majestuosa veneración, que cada año acerca su Realeza Divina a los devotos que la acompañan en el día a día, con fervor y constancia, lo natural de los Hijos de Dios.
La Virgen asombra en esta maravillosa galería fotográfica de Benito Álvarez por el manto verde bordado en oro, la rica saya de aire dieciochesco, la corona, el altar, la presencia siempre latente del Varón de Dolores tras ella, con Santa María Magdalena y San Juan Evangelista escoltando su Divinidad absoluta.
Pero, más allá de todo el grandioso detallismo que envuelve la escena, vemos a la Madre de Jesús y de toda la Iglesia acercarse a sus fieles para consolarlos, para escucharlos y para protegerlos bajo su manto.
Santa María del Sol ha vuelto a bajar de los altares celestiales en el momento perfecto, en el próspero tiempo de la Esperanza, para anunciar que el fruto de su vientre está a punto de nacer.