Es complicado expresar con palabras y sin lágrimas, lo que viví el pasado martes. El cielo llamó a un niño, Hugo, ya disfruta de ese espacio celestial, que muchos pensamos en algún momento de nuestras vidas.
Cómo expresar ese dolor, es muy complejo, pero mirando a la cara a su padre, Javier, está todo expresado. Ver, cómo me contaba sus últimos momentos, ver, cómo expresaba sus últimos alientos, ver, cómo recordaba sus sueños, son más que suficientes para contemplar el Amor hacia un hijo.
Sólo darte mi apoyo y abrazo, a tu mujer, a tu otra hija y a ti, Javier. Los momentos que compartimos, tienen un denominador común que fue la intensidad de los mismos. Al principio de nuestro cruce de caminos, fueron complicados, pero mira por dónde, donde se encuentre el Amor, todo es más factible y sencillo.
Lo demás, lo mucho o poco, tú y yo lo sabemos, cada vez que nos encontramos y tuvimos un ratito de charla. Hubo otros momentos en los cuáles disfrutamos y de qué manera.
Tú situación actual, no es lógica ni comprensible humanamente hablando, pero tanto para ti como para tú familia aquí estoy con mi apoyo y cariño, cómo al igual de cada una de las personas que de manera o forma todos han mostrado el cariño y el recuerdo para vuestro hijo y ustedes.
La vida es así y cuando restan horas para una Coronación Canónica en nuestra ciudad, cuando la Paz y Esperanza, sea elevada al reino de los cielos, una de esas palomas angelicales que revolotean a su alrededor llevará el nombre de Hugo.
Me despido, sean felices, es un deseo pero es complicado cuando la vida golpea con esta crudeza y dureza.