La Hermandad de Santa María del Monte Calvario de Málaga ha depositado su confianza en el artista malagueño, Fernando Prini para el diseño del nuevo manto de la titular mariana de la Cofradía del Viernes Santo.
Una obra que cuenta con una estructura inspirada en motivos orientales, concretamente, en el arte persa, pero en el que la decoración se mezcla con motivos neobarrocos. El eje principal del manto lo ocupan dos grandes ejes en forma senoidal, que nos recuerdan a las trazas mudéjares del cajillo del trono, en el que surgen dos vanos con forma almendrada.
Los dos ejes estructuran todo el manto y surgen a modo de amplias ramas que, en orden ascendente, intercalan hojas de acanto, ramilletes con amapolas y los característicos cachemires. Así pues, los cachemires se encuentran en otras piezas del patrimonio de nuestra cofradía, como el palio, la saya de salida de la Santísima Virgen y su corona procesional.
En los espacios resultantes de las partes centrales se ubican cráteras, una más grande en el piso inferior y otra de menor tamaño en el superior, que recogen sendas ramas de laurel, asociados con la victoria y el triunfo. Los espacios resultantes generan una forma tripartita, que se asemeja a una palmeta, en la que la vegetación surge desde una crátera con un desarrollo central de cachemires y ramas laterales con una reinterpretación de cardos entremezclados con motivos florales.
En cuanto a la simbología, el diseño guarda ciertas semejanzas con el plumaje de un pavo real. Animal que simboliza la inmortalidad y la resurrección. Las amapolas, por decenas, se extienden en varias zonas del manto. Es una reinterpretación que con cierta geometría representa esta flor. Se relaciona con el amor apasionante, con la generosidad, sin lugar a dudas una de las grandes virtudes de la Virgen María.
Las rosas son representadas con rasgos orientalistas. Esta flor siempre ha estado ligada a la figura de la Virgen. En primer lugar con el rosario, no sólo por su etimología, sino por la propia letanía que añade “Rosa Mística”. El laurel se relaciona con el triunfo, muy acertadamente ocupa todo el manto, porque Santa María, como Iglesia triunfante, anuncia la victoria en el triunfo sobre la muerte que trae la Resurrección de Jesucristo.
Las palmetas al estilo griego coronan el manto simbolicamente, significando el triunfo. María es esa mujer fuerte, que como corredentora, triunfa sobre el mal en la cima del Gólgota. Esta decoración la encontramos en las ánforas del conjunto procesional
Del mismo modo, la greca que cierra el manto contiene una simbología mariana, María como huerto cerrado (hortus conclusus), vergel o prado bendito en el que fue sembrado el verbo divino milagrosamente gracias al Espíritu Santo, engendrando así al “fruto bendito de su vientre”. Esta también es alegoría del Dogma de la Inmaculada Concepción, ya que el perímetro cerrado hace referencia a que no pudo entrar el Pecado en María, siendo preservada de toda mancha y de todo mal.
Diseño | Fernando Prini