Como preludio de una nueva Semana Santa, el Teatro de la Maestranza ha acogido una nueva edición del Pregón de Semana Santa de Sevilla, prólogo ineludible que sirve para anunciar al mundo entero, cada Domingo de Pasión, las grandezas de la semana más hermosa de Sevilla. Con un retraso de cinco minutos, a las 12:05 horas daba comienzo el acto con la interpretación de la nueva marcha procesional “Entre la noche y el día”, compuesta por Manuel Marvizón, e interpretada por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla que dirige Francisco Javier Gutiérrez Juan.

Previamente se dispusieron en el escenario las personalidades que han presidido el acto, dispuestas de manera distinta a la tradicional, con el arzobispo Saiz Meneses flanqueado por el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, a su derecha, y el presidente del Consejo, Francisco Vélez, a su izquierda, los tres en el centro de la escena, completada por el resto de autoridades, entre ellos el arzobispo emérito, Juan José Asenjo Pelegrina y el propio pregonero, Enrique Casellas, que por momentos, y ente la inminencia de lo había de acontecer, comenzó a evidenciar que tras la calma aparente, la procesión iba por dentro.

El delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, encargado de presentar al pregonero, ha defendido la gestión tanto del Consejo como del Ayuntamiento, y la suya propia: “tomé medidas difíciles por el bien de la Semana Santa”, en la búsqueda de la seguridad y a la hora de acometer los cambios que tantos dimes y diretes han provocado en los últimos tiempos. Un discurso que, tras un buen comienzo con frases como “debemos escribir nuestro futuro luchando por preservar nuestras tradiciones” o “las hermandades son el verdadero motor de bienestar social”, ha derivado en un alegato que ha sonado más a política que a presentación de un pregonero, y a inequívoca despedida.
Tras la interpretación de la marcha “Amarguras”, como es tradicional, obra inmortal de Manuel Font de Anta, ha tomado la palabra el pregonero, tras persignarse, “Sevilla quiero poner mi voz en tus labios”, ha dicho en un emocionante preámbulo que ha servido para dar comienzo a un pregón de altos vuelos, en lo poético y en lo enunciativo y ha recorrido, metafóricamente, los cuatro puntos cardinales de la ciudad a través de sus cofradías y su imágenes devocionales. “Que salgan las cofradías y le hablen de Dios al mundo”, ha dicho Casellas desde el atril: “Sevilla, vengo a cantar las quimeras y la gloria del que marcó nuestra historia y se inmola en el altar donde rezas cada día, Hijo de Santa María, aquel que anduvo en el mar y sentenciado camina, con su Cruz, por San Román”.

Un preámbulo que ha logrado arrancar los olés en el patio de butacas y una sonora ovación y ha servido para erizar el vello en muchos de los presentes y ha emocionado al propio pregonero que ha agradecido al presidente del Consejo y a quienes le han traído casi en volandas hasta el atril, a Juan Carlos Cabrera por todo lo que ha hecho por las cofradías y a Manuel Marvizón por la composición estrenada este domingo que “huele a canela y clavo”. Tras este preámbulo y antes de proseguir con el pregón, propiamente dicho, Casellas ha recordado que el Domingo de Ramos es el 18 aniversario de su fallecimiento de Juan Pablo II y ha querido dedicar un emotivo recuerdo al Cardenal Amigo Vallejo, de quien ha desvelado una simpática anécdota, y de quien ha dicho que llegó siendo de Medina de Rioseco y terminó siendo sevillano.
Ya metido en faena, Casellas ha rememorado sus primeros días de cofradías, hablando de su familia sin necesidad de nombrarla expresamente, porque la esencia de la Semana Santa se transmite de “de padres a hijos” toda vez que son nuestros padres “quienes nos acercan a Sevilla”. Primeros recuerdos que le llevan a San Julián: “Cuando la Hiniesta y su calle, me evoquen mis apellidos del portón de la memoria harán saltar los pestillos y abrirán, de par en par, esa emoción que anhelamos viendo de vuelta la Hiniesta cada Domingo de Ramos” o le acercan a Los Terceros: “Cada doce lunas plenas la Eucaristía se mece sobre el paso de la Cena”.

Casellas ha puesto en valor todos esos barrios imposibles de comprender sin sus cofradías, y que han contribuido de manera decisiva al crecimiento de la Semana Santa, como San Benito, San Bernardo o el Polígono de San Pablo donde hay muchas mujeres que llevan el nombre de sus dolorosas, como “Encarnación y Refugio, que ya no viven en sus barrios”… Dos mujeres que nacieron en La Calzada y San Bernardo y ahora viven en San Pablo. “Seguro que Encarnación se habrá ganado el descanso cuando el Señor le diga que el puente le está esperando”. Mujeres como “Encarnación y Refugio (que) sé que me están escuchando Con esos… con otros nombres, en esos y en tantos casos, Sevilla les debe el alma de los cofrades de barrio”, ha dicho, antes de dedicar un emocionado recuerdo a Pascual González en forma de romance.
El pregonero, tras recorrer diversos enclaves de la Sevilla cofrade (“después todo Sevilla, todo Aurora, todo Pascua florida y asomada, con júbilo febril de vida nueva, al ventanal de Gloria de su cara”) ha centrado su mirada en la Macarena a quien le ha dicho: “no se puede ser más guapa que tú” y de quien ha subrayado que “Sevilla es una mocita de ojos grandes que responde cuando le llaman Macarena” quien “lleva en sus manos todas las ilusiones de sus romanos”. Y es que Casellas ha logrado encontrar todo los elementos que conforman el maravilloso conglomerado que es Sevilla. “Dictaron tu sentencia y no hay razones que te ofrezcan enmiendas ni alegaciones. Cumples condena, pues te apresó en sus ojos La Macarena”, ha concluido este pasaje un emocionado pregonero. Un pasaje recibido con una gran ovación. Uno de los momentos cumbre del pregón.

Casellas ha desgranado versos para las insustituibles devociones de la nueva Hispalis, como la que bulle en Nervión: “Él es el mismo al que le falta la vida y el agua por las calles de Nervión. Cuánto necesitamos navegar sobre el utrerano barquito del Consuelo que la Madre de la Iglesia atraca en el pantalán de nuestras incertidumbres”, o el hermoso pasaje dedicado al Cautivo de Santa Genoveva: “La fe verdadera no elige callejas y no se adultera, su sentir, sus modos no distan en nada, tienen acomodo, la verdad emana y enamora a todos. Te abre sus ventanas y, aunque estés esquivo, Sevilla te gana. detrás del Cautivo”. Un pasaje que, tras subrayar que la Semana Santa es una herramienta imprescindible para propagar la fe y evangelizar, ha dado paso al dedicado al Gran Poder, “Señor sin apellidos”… “en San Lorenzo está si andas perdido. Por mucho que lo hayas ofendido el Gran Poder te espera”.

Las hermandades, imperfectas como la propia iglesia, cumplen mantener viva en la memoria las caricias de nuestros seres queridos”, ha explicado el pregonero que ha puesto sobre el atril sus más emocionados recuerdos de cada una de las Madrugadas de Los Gitanos vividas junto a su familia, el Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias, incidiendo en que en Sevilla se cuentan por miles los que no cumplen años sino amanecidas y glosando los múltiples detalles que confluyen para conformar la presencia de su hermandad en la calle cada Viernes Santo… “No es viernes oculto, arcano, es Viernes de cofradías, cuando murió el Soberano, cuando pasan los Gitanos entre la noche y el día”. Un pasaje vibrante que ha puesto al teatro en pie y ha generados varios olés entre el respetable.
Detalles que se han multiplicado en un rosario interminable de elementos que han explotado en un apoteósico final.. “Dios habita en tus rincones y está llamando a tus puertas. Sal a la calle, despierta, sal y que el mundo lo vea y déjale el alma abierta, Sevilla, bendita seas”. Un final que han causado una inmensa ovación que da comienzo a la semana en la que Sevilla se abandona a sus anhelos, los que ocuparán un lugar de privilegio entre sus pensamientos hasta el preciso instante en el que los sueños se conviertan en certeza el próximo Domingo de Ramos.