La eterna herencia de Cayetano González

Adrián Martín|Jesús Pérez. Este sábado se cumplen 42 años desde que desapareciera el inmortal Cayetano González, un artista que dedicó su vida a dotar de esplendor la Semana Santa de Sevilla a través de sus obras. Cayetano González Gómez nació en Málaga el 9 de diciembre de 1896 por casualidad debido al trabajo de su padre, Cayetano González Álvarez-Ossorio, que estaba destinado en esta importante ciudad portuaria por su trabajo de Intendente de Aduanas, ofrendó a la Semana Santa de Sevilla algunas joyas inigualables, como el impresionante paso de plata con el que el Señor de Pasión deslumbra al mundo cada Jueves Santo. El negocio dedicaba gran parte de su producción a la cerámica artística decorativa y devocional por el tío del Cayetano González, Aníbal González y Álvarez-Ossorio, el afamado arquitecto andaluz y gran exponente de la arquitectura sevillana que levantó la Plaza de España y la Plaza de América entre otros grandes proyectos.

Este orfebre desarrolló su labor profesional junto a otro artista del momento, Manuel Seco Velasco. Ambos consiguieron devolver el esplendor al noble arte de la platería en Sevilla, elaborando numerosas obras de gran calidad artística. Un joven Cayetano, ya en Sevilla, comenzó a trabajar en la empresa familiar, dedicada a la venta de materiales de construcción y saneamiento, con una sección dedicada a la cerámica artística -decorativa y devocional- trabajando para su tío en obras tan destacadas como la Plaza de España y la Plaza de América. En esa época, ya sobresalió como como un artista polifacético, haciendo resurgir junto a Manuel Seco Velasco la platería sevillana.

En el campo de la orfebrería, su obra comenzó con el palio al completo de la Virgen de la Concepción, de la Hermandad del Silencio, realizado entre los años 1929 y 1930, que incluye orfebrería, respiraderos, crestería y varales. En esta obra predomina su interés por la reproducción de estilos medievales, que aquí van desde el neorománico al neobizantino, con la incorporación de arcos peraltados con capiteles minuciosamente labrados y decorados, donde la incrustación de piedras y cristales de colores recuerdan las tapas de los antiguos evangelarios de la Europa medieval

Al mismo tiempo elaboró los varales del palio de la Virgen de la Amargura y posteriormente realizó el juego de jarras entre 1931 y 1940. Más tarde, fabricó para esta bella Dolorosa una de sus obras más celebradas. Se trata de la corona de oro tallada en 1954 para la Coronación Canónica de la Virgen de la Amargura. Es una pieza de gran vistosidad formada por un alto casco de forma cónica invertida inspirada en modelos de la primera mitad del siglo XVII. Las ráfagas que parten de su perímetro son una verdadera filigrana en donde se dibujan e intercalan delicados motivos florales en la zona interior y ráfagas ondulantes en la exterior, con rayos lisos alternados con otros labrados.

La obra por la que ha sido más reconocido a lo largo de los años es el paso del Señor de la Pasión, la cual le llevaría nueve años, entre 1940 y 1949. El paso del Señor de esta hermandad del Jueves Santo está completamente labrada en plata blanca y dorada e incrustaciones de marfil. Está concebido siguiendo el barroco con elementos decorativos renacentistas y fue estrenado en el año 1949. Combina espacios recubiertos de motivos vegetales y molduras con escenas formadas por figuras de bulto redondo que se insertan en hornacinas. Los temas representados incluyen escenas triunfantes de Cristo y santos patronos de la ciudad de Sevilla. También para la Virgen de la Merced, de la Hermandad de Pasión, diseñó sus valiosos varales de plata de estilo neogótico, en el año 1956, en los que se representan escenas de la vida de la Virgen.

Todas ellas son grandes obras que actualmente se contemplan en la Semana Santa de Sevilla. Sin embargo, Cayetano González proyectó otros trabajos dotados de gran virtuosismo que no llegaron a ver la luz. Para la Hermandad de las Penas diseñó el dibujo del bordado de un palio y unas andas para el Señor de las Penas de estilo barroco en madera con apliques de plata dorada. La Virgen de la Presentación de la Hermandad del Calvario podría haber procesionado con un palio de plata y el Santísimo Cristo de las Tres Caídas también en uno de plata con cartelas doradas y marfil solo con el cirineo. Para la Hermandad del Cachorro diseñó un paso de cristo. Y dos proyectos sorprendentes podrían estar en la Hermandad de Pasión: un nuevo paso de palio y un baldaquino inspirado en el de San Pedro del Vaticano para los titulares de esta corporación. Ya sea paseando por la Plaza de España y admirando su cerámica o cada vez que el Señor de Pasión camina por la ciudad, el legado de la obra de Cayetano González supone un tesoro incalculable para Sevilla y el universo cofrade.