Son muchos los detalles que se cuidan en una salida procesional, no sólo los estéticos, sino también los humanos y las relaciones con otras hermandades.
En el caso de la Hermandad de Nuestra del Rocío de Córdoba es acompañada por sus hermandades hermanadas de penitencia, Perdón, Paz y Entrada Triunfal, así como con la del Santísimo Cristo de la Expiración, con quien se comparte sede canónica.
A éstas se les suman las dos hermandades rocieras ahijadas, Jamilena y Montoro. A la primera se le acogió en el año 2014, después de varios años yendo con la Hermandad de Jaén. Esta Hermandad dejó ser Asociación el año 2016, tras decretarlo el Obispo de la Diócesis jiennense.
La Hermandad del Alto Guadalquivir ha sido la última ahijada de la filial cordobesa, uniéndose el pasado año tras el Decreto que la erigía como Hermandad de la Diócesis cordobesa y cerraba un capítulo de varios años como asociación.
Como se puede contemplar la Hermandad nunca va sola en lo que a acompañamiento de otras corporaciones se refiere, pues son muchos los lazos que la unen a sus compañeras de viaje, el más importante el amor y la devoción a Nuestra Madre, la Virgen María, y su Bendito Hijo.
Años de esfuerzo para hacer ver que las palabras rociero y cofrade no son tan distintas, pues unen el lazo más fuerte que puede haber entre los cristianos: «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo», primer Mandamiento.