El espectacular artista vuelve a sorprender con una soberbia imagen mariana
El fantástico escultor Francisco Romero Zafra acaba de presentar su última maravilla, una Virgen guabiada para Filipinas.
La nueva talla es una escultura de candelero ejecutada en madera de cedro con una medida de 168 centimetros. Impresiona sus rasgos finos y elegantes, que envuelven una mirada dulce y enormemente expresiva, reflejando a la perfección el dolor de la Virgen.
Esta brillante creación tendrá un destinatario igualmente destacado, nada más y nada menos que el afamado escultor e imaginero Willy Tadeo Layug, quien añadirá la pieza a su colección personal ubicada en la casa – museo que posee en Betis Pampanga.
El terno que porta la dolorosa ha sido realizado por Francisco Mira Montoro, quién además ha vestido a la imagen, embelleciéndola aún más si cabe y resaltando la unción sagrada que le ha aportado magistralmente el imaginero.
El contrastado escultor cordobés Francisco Romero Zafra, auténtica referencia de la imaginería contemporánea, nace en la localidad gaditana de la Victoria. Una trayectoria que descansa en una formación que ha ido alimentando a lo largo de toda su vida. No en vano, el propio imaginero explica que «tras un breve paso por la escuela y una graduación básica, mi inquietud iba por otros derroteros. Manipular y experimentar cualquier objeto que a mis manos llegaba, iba adquiriendo en mi persona, un conocimiento de cómo estaban formados todos esos elementos. Esa destreza infantil me vendría genial para posteriormente aplicarla en mi profesión», dice Zafra. Tras instalarse en Córdoba y desarrollar una época dedicada a la pintura Romero Zafra descubrió que todo lo relacionado con el arte, despierta en él curiosidad.
El colosal artista llega al mundo de la escultura y la imaginería de manera algo tardía, con treinta y cuatro años. «De la mano del maestro y amigo Antonio Bernal, – explica el imaginero – ambos iremos descubriendo las diferentes técnicas artísticas a aplicar, descubriéndonos también a nosotros mismos, del cómo plasmar en el barro una forma que expresara y significara algo«.
Desde su primera obra, María Santísima del Rocío y Lágrimas, ha continuado «aprendiendo día a día, deseoso de mostrar al mundo una forma de entender la vida, la escultura, la imaginería». «Pienso que mi obra culmen, aquella que siempre busco e imagino, está aún por llegar, sin menosprecio alguno a cualquiera de mis creaciones hechas», afirma el creador.
La nueva imagen de este fantástico escultor pasa a formar parte de la espléndida y variada lista de creaciones salida de sus portentosas manos para gloria de los cristianos y cofrades de todo el mundo.