Que Antonio Martínez Ares -de quien me declaro fan incondicional desde hace muchos años- es un genio es una verdad irrefutable que difícilmente puede ser, a estas alturas, puesta en duda. Una genialidad que se materializa año tras año en las tablas del Falla y que cosecha reconocimiento tras reconocimiento, premios aparte. Una verdad imposible de negar como imposible es ocultar u obviar la filiación política de uno de los autores más importantes del Carnaval gaditano contemporáneo. Filiación que se aprecia con nitidez en sus letras, como la ofrecida la pasada noche a cuento de la exhumación de los restos de Gonzalo Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena la madrugada del 3 de noviembre.
La letra, que carga con crudeza contra el militar: “3 de noviembre, a la francesa, sacan los restos de un castellano. Emana sangre desde la tierra, del asesino Queipo de Llano” es utilizada por Martínez Ares para hacer lo propio contra la Hermandad de la Macarena de la que afirma que “llevaba años apurando la desgracia”, y contra los familiares que “lloran el daño que para el mundo es la democracia”. Martínez Ares censura la actitud de la Hermandad que, según él, no ha actuado hasta que el Gobierno se lo ha ordenado.
“Inmune bajo el palio de la Virgen -prosigue la letra- su memoria estuvo libre de violaciones, fusilamientos y propaganda de los terrores. Envuelto en el incienso del tiempo dormía el Hijo Predilecto, el genocida de los distintos, la puta España de maricones”, afirma el reputado autor de izquierdas que recuerda en su letra que Queipo, “usaba Sevilla Radio para festejar su maldad”. Aprovecha también para atacar “los lindos versos” de José María Pemán. Lejos de parar aquí, Martínez Ares ataca, generalizando de manera bastante burda, al universo cofrade afirmando que “por eso la Semana Santa me sigue oliendo a fantasma, a penitente de raza, militares a caballo. A un himno con la guardia mora, a los novios de la muerte y a ese caudillo presente entre el Clero y el Estado”. Una generalización que olvida (por desconocimiento, o no) que en el mundo cofrade coexisten personas de muy diferente sensibilidad, raza e ideología y que muchos cofrades festejaron efusivamente la exhumación que sirve de excusa al autor del pasodoble para meter en un mismo saco a todo lo que huele a incienso.
Un Martínez Ares que añade que “desde el sepulcro la sangre no para de brotar. La Basílica se abre, ya sale la procesión del espanto. No irá a una cuneta el “Carnicero” de Franco. Noviembre, 3 de noviembre, mis muertos te acompañan con sus penas. Jamás sonó más fascista la marcha de la Madrugada en la Macarena”. Una letra muy aplaudida por el Falla, como no podía ser de otro modo, toda vez que apuesta por una temática que siempre va a cosechar el aplauso fácil de quienes, a lomos de su ideología, hacen creer siempre, de manera tendenciosa y torticera, que el carnaval es una fiesta con una tendencia política perfectamente definida. Seguimos esperando, como cada año, una letra que cargue contra los excesos del otro bando de una guerra en la que hubo asesinos y carniceros a diestra y a siniestra.