El Capirote, Opinión, Sevilla

¿Misión cumplida?

Con la entrada del Gran Poder en su basílica se cierra el ciclo que comenzó el pasado mes de octubre con su traslado a tres de los barrios más pobres de nuestro país. Durante estas semanas el Señor de Sevilla ha recibido una importante afluencia de fieles. Autobuses, taxis, metro o a pie. Cada uno se ha postrado ante él en una misión que fue abortada por la Covid-19 y que comenzó a ver la luz a finales del pasado verano.

Gracias a Él hemos conocido otra realidad de Sevilla. La que no aparece en el papel cuché, con entrevistas en estancias palaciegas, palpando las heridas que hay más allá de barrios de los que apenas conocíamos su existencia. La maltratada por los medios, que solo se centran en ellos para hablarnos de delincuencia, la inseguridad y el alto índice de paro, y que durante estos días han obviado de sus páginas –¿cuánto tardarán en escribir ríos de tinta sembrando el miedo?–.

Nos hemos acercado a Tres barrios con la imagen que nos había llegado a lo largo de las décadas. Y hemos descubierto que exista una Sevilla que no vive el trasiego del turismo o la llegada de grandes mandatarios para participar en cumbres de renombre. Detrás de aquella realidad esbozada por los mass media nos hemos encontrado con personas que buscan un futuro mejor, que esperan ser escuchadas por las autoridades, y que gracias al Gran Poder han vuelto a estar de actualidad, revelándonos la necesidad de confortar al prójimo y orar por ellos.

Ahora que el Gran Poder ha regresado a su basílica y que muchos hablan de una misión cumplida, como si se tratara de una actividad que ha llegado a su fin, cabe preguntarse si somos realmente conscientes de que la misión continúa en nosotros, quienes ahora tenemos que estar cerca de los que nos necesitan. El Gran Poder ha sembrado su misericordia y ahora nos toca a nosotros seguir sus pasos.