Son tantas cosas las que se pueden decir de la maravillosa obra de Nuria Barrera, y todas tan hermosas, que uno no se cansa de glosar la magia infinita que emana de su inagotable creatividad. Una capacidad innata, qué duda cabe, pero alimentada y amplificada al mismo tiempo por esa vocación por el trabajo cotidiano de la que solo los grandes artistas son conscientes que es imprescindible dotar al talento natural.
Así lo entiende Nuria Barrera, una artista con mayúsculas, con una calidad y una creatividad fuera de toda duda, que nació para pintar y que pinta como el resto de los mortales respiramos, como una necesidad insustituible, casi biológica, despojada de la cual su corazón dejaría de latir, pero que entendió siempre que son la dedicación absoluta y el trabajo inagotable los pilares fundamentales donde descansa la clave del éxito.
Por eso es su estudio su segundo hogar, y por eso ha conquistado un lugar de privilegio en la cúspide de los artistas contemporáneos, como atestiguan sus múltiples obras diseminadas por todos y cada uno de los rincones de un universo cofrade que se ha quedado eternamente cautivado con su arte y poco a poco se ha inundado del azul Barrera, para aprender a mirar sus tradiciones como solo ella sabe ilustrarlas.
Y tal vez por ello Nuria Barrera ha logrado ser profeta en su Carmona natal, que una vez más volverá a bañarse en su luz, merced a una extraordinaria exposición que bajo el título “Carmona, luz y tradición” se desarrollará en la ciudad donde vio por vez primera esa luminosidad singular, personal e intransferible, que transmite al mundo entero en cada una de sus creaciones.
Será entre los días 5 y 30 de septiembre en el Museo de la Ciudad carmonense. Una espectacular muestra cargada de obras de pequeño formato con estudios de luz, sobre rincones de esta bella localidad sevillana y sus tradiciones, con especial énfasis, como no podía ser de otro modo, en esa Semana Santa que forma parte esencial e ineludible de su existencia. En “Carmona, luz y tradición” está el alma más íntima de Nuria Barrera, su infancia, su adolescencia, su memoria y, como siempre, su corazón abierto de par en par y la luz de Carmona, que es el origen de la luz y de la magia de esta genial artista.