Hoy, día 23 de abril, se cumplen 80 años del atropello del paso de María Santísima de la O por un tranvía. Fue a la una de la madrugada del Viernes Santo de 1943. El palio de la dolorosa había llegado ya a Triana y se encontraba en la calle San Jorge, a escasos metros de su templo.
Tras una Madrugada marcada por la lluvia, donde sólo salió la Esperanza de Triana y Los Gitanos, nadie podría esperarse el trágico suceso que habría de venir a un Viernes Santo radiante con todas las cofradías por las calles de Sevilla. El tranvía que cubría la línea Sevilla-Camas impactó fatalmente sobre la parte delantera del paso de palio de Nuestra Señora de la O, causando graves daños materiales a las andas: arrancó el respiradero delantero y el zanco izquierdo, destrozando al mismo tiempo los candelabros de cola, el juego de jarras, la crestería y multitud de candelabros.
Sin embargo, de forma milagrosamente inexplicable, la bella imagen que tallara Antonio Castillo Lastrucci apenas seis años antes, salió intacta del accidente. Tampoco se lamentaron daños personales, pues los 36 costaleros que conformaban la cuadrilla comandada por Rafael Ariza Aguirre, fundador de la insigne saga de capataces, resultaron prácticamente ilesos, al igual que los cofrades y devotos presentes. La única persona afectada fue Salvador Dorado, El Penitente, pues el zanco izquierdo atrapó su pie y le provocó una fuerte lesión.
Acto seguido, el palio quedó arriado y se procedió a apagar la candelería al completo. Ante la proximidad de la Parroquia de Nuestra Señora de la O, la junta de gobierno de la corporación decidió trasladar a la dolorosa lo más rápidamente posible a su templo. La imagen fue envuelta en una sábana blanca, facilitada por Ana Pariente, mientras que el cíngulo de Carlos Morilla, que vestía el hábito nazareno, sirvió para anudar la sábana. Las joyas se guardaron en un pañuelo. Cuatro hermanos portaron a la dolorosa hasta su sede canónica mientras los fieles se arrodillaban a su paso entre lágrimas y fervor. Por su parte, los policías que escoltaban el paso de palio redoblaron la guardia hasta que la imagen llegó a su templo. El paso había quedado completamente destrozado.
A petición de los costaleros, la junta de gobierno de la hermandad se puso en marcha para celebrar unos cultos en acción de gracias por la mediación de la Virgen en el suceso. Para ello, Nuestra Señora de la O presidió un rosario hasta la Real Parroquia de Señora Santa Ana, ataviada con una corona y un manto de la Esperanza Macarena. En la catedral trianera se celebró solemne función presidida por el sacerdote Jerónimo Gil Álvarez, tras la cual se celebró una salida extraordinaria el 3 de junio por arrabal sevillano con la imagen de la Virgen de la O entronizada en el paso de la Divina Pastora de Triana. Representaciones de todas las hermandades de penitencia y gloria de Triana acompañaron a la Virgen de la O triunfante por las calles engalanadas del barrio, cantándose la Salve al llegar al templo. Los días posteriores se celebró un devoto besamanos a la dolorosa, con un altar colmado de maceteros y pequeños árboles, encontrándose la Virgen de la O bajo el respiradero del paso de Jesús Nazareno. Sevilla se volcó con la hermandad.
A raíz del atropello, Francisco Muñoz Reina, Curro, el conductor del tranvía, salió durante muchos años vistiendo la túnica de nazareno en la estación de penitencia de la cofradía.
Un azulejo en el mismo lugar del accidente recuerda tan fatídico suceso en el cincuenta aniversario del mismo, conmemorado en 1993, y que reza así: La junta de gobierno de la Archicofradía de la O, en cabildo de oficiales del 22-IX-93, acordó colocar este azulejo conmemorativo del cincuentenario del accidente tranviario del paso de Nuestra Señora de la O en la noche del 23-IV-43, del que salió milagrosamente indemne la imagen de la Santísima Virgen. El azulejo fue colocado en la festividad de la expectación de María, el 18 de diciembre de 1993.