A pulso aliviao, Opinión

Caviar contra cabrillas

Sé, querido lector, que pensará que se me ve el plumero con el tema de las vestimentas de las Vírgenes y los vestidores.

Y tiene toda la razón. Ése tema es la debilidad de este articulista que lleva dos días destilando euforia por los últimos trazos de la actualidad cofradiera.

Cómo no, hablo de las impresionantes designaciones de Leandro González como vestidor de la Virgen de la Encarnación de San Benito; y José Antonio Grande de León de los Titulares de los Panaderos.

Estos nombramientos atienden al conocimiento y reconocimiento de una priostía a los grandes profesionales contemporáneos del arte de vestir a la Madre de Dios; y al arrojo y valentía de las respectivas juntas de gobierno por apostar por lo mejor.

Leandro y José Antonio encabezan la Copa del Rey de los atavíos, y cada vez son más las cofradías que apuestan sobre seguro por su excelencia en estas labores.

Sin embargo, frente a estos dos titanes de los alfileres y otros nombres de grandes vestidores como Antonio Bejarano o Joaquín Gómez, hay hermandades que todavía apuestan por personas limitadas o directamente incapaces de ejercer adecuadamente este oficio.

No me refiero con ello a corporaciones muy nuevas o con pocos recursos. Ni mucho menos. Les hablo de corporaciones de nuestra Semana Santa con siglos de historia, miles de hermanos y suficiente renombre como para cuidar un aspecto tan esencial como es la correcta colocación del conjunto tal o cual de su dolorosa, a la que tanto veneran.

Y sin embargo, bien sea por amiguismo o simple indiferencia por puro desconocimiento del apasionante arte del vestir a la Virgen, siguen una y otra vez optando por manos que no saben ni aprenderán jamás a colocar una blonda en condiciones, a dar las proporciones precisas al manto o la expresividad oportuna a las manos.

Por ello ruego, queridos hermanos mayores y juntas de gobierno de cofradías señeras de las que todos sabemos los nombres, que, haciendo un símil gastronómico, consuman ustedes caviar y visten a sus Vírgenes como merecen, ya que valdrá la pena. Deben apostar por el caviar.

Las cabrillas están muy buenas para un platito de vez en cuando, pero los atavíos de nuestros Cristos e Imágenes Marianas exige apostar por los mejores.