Este es el segundo capítulo del que quiero que sea una travesía de ideas que aboguen por la renovación necesaria de la Semana Santa de Linares, su necesaria adaptación a la época en la que transita y la esencial labor de reenganchar a las personas a las hermandades y cofradías. Un camino que no solo descubrirá los puntos débiles, sino también los fuertes de la ciudad que vio nacer al padre del estilo de cornetas y tambores, que fue cuna de las cuadrillas de costaleros en la provincia y que posee un tesoro musical inigualable.
Hoy voy a tratar uno de los puntos clave de la Semana de Pasión linarense y que genera mayor énfasis no solo en la ciudad sino, también, en el resto de Andalucía.
Siempre he dicho que la Semana Santa es una ecuación en la que el aspecto religioso representa el resultado de conjugar el patrimonio devocional y musical en el indiscutible marco que configura el contexto urbano de nuestras ciudades y pueblos.
En este caso, la faceta musical en Linares conforma un aspecto vital y dinamizador de la Semana Santa. Y es que raro es la procesión que no cuenta en su haber con tres bandas en el seno de su cortejo, a excepción de las llamadas hermandades de negro. La diversidad musical que aporta la ciudad y la cantidad de formaciones musicales que posee es un ejemplo de la capacidad con la que cuenta la urbe de competir en calidad y grandiosidad con unas 16 formaciones musicales, un número que perfectamente podría codearse con las capitales más pujantes de Andalucía, que generan un ecosistema propicio para que más del 60% de las hermandades pueda disponer del servicio de una formación nacida en el seno de la ciudad minera.
Es por ello que surge, y más aún en tiempos tan agitados como los que estamos viviendo, la necesidad de blindar ese patrimonio musical que tanto ha aportado a la Semana de Pasión linarense y al resto de Andalucía a través de mecanismos asociacionistas que promulguen y velen por la perseverancia de nuestras bandas en una ciudad que ha visto a gran cantidad de formaciones perecer en el abismo de la memoria. Instrumentos como la creación de un Consejo de Bandas que sirva de nexo de participación en la vida pública de la ciudad, como ya se ha producido en ciudades cercanas, así como en el ente agrupacional de bandas de Andalucía, más conocida como la Federación Andaluza de Bandas de Música, podría suscitar esa vertebración y mayor presencia en la vida pública de la ciudad de muchas formaciones que solo participan en las procesiones de Semana Santa.
Estoy hablando de una entidad que conjugue los cuatro estilos de bandas procesionales que existen en la ciudad (bandas de cabecera, bandas de música, agrupación musical y bandas de cornetas y tambores) con el objetivo de proteger la música cofrade a través de mecanismos de atracción de nuevos componentes y desarrollo de sinergias con las entidades públicas de la ciudad que, de verdad, inyecten la importancia que merece un patrimonio tan necesario como es la música cofrade.