Córdoba

Dos realidades bajo un mismo sentimiento

Existen imágenes que hablan por si mismas y no precisan de mayor explicación que el sentimiento que despiertan cuando son presenciadas. Escenas que evidencian que la fe no tiene fronteras y que es capaz de unir diferentes sensibilidades y distintas formas de vivir la religiosidad popular, incluso aquellas que pudieran parecerles antagónicas a quienes la divisan desde la lejanía. Hoy, la cuenta oficial de la hermandad del Prendimiento ha difundido a través de las redes sociales una fotografía de este calado, remitida por un hermano de la corporación salesiana. Una imagen que despierta esa cercanía sentimental, tan compleja de explicar e imposible de entender por aquellos en cuyo corazón no late el sentimiento cofrade.

Una hermosa y reveladora fotografía que habla de nosotros mismos y evidencia el sentimiento más profundo de quien probablemente habrá vivido una experiencia única e irrepetible en su vida. Un camino que habrá propiciado concebir en lo más recóndito de su existencia sensaciones difícilmente repetibles, imposibles de olvidar, en un rincón que se encuentra en el otro extremo del mundo. Una escena que revela que el cofrade lo es 365 días al año, y en cualquier lugar del universo en la que su protagonista ha querido mostrar al mundo entero que cualquier centímetro avanzado en el sendero de sueños que configura su propia existencia siempre es recorrido paso a paso junto a sus devociones más íntimas, aquellas que probablemente ocupen un lugar de privilegio en su altar de cabecera y que han estado a su lado durante cada uno de los pasos en los que ha ido descontando incluso cuando se respiran realidades tan diversas.

Una instantánea protagonizada por Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento, el Rey de la calle María Auxiliadora que, con la inmensidad del mítico Cañón del Colorado de fondo, en el norte de Arizona, Estados Unidos, ejemplifica el símbolo perfecto de lo que significa la religión de la que todos los cristianos bebemos. Un todo unitario que se compone de una multiplicidad heterogénea en virtud de la cual cada creyente, cada cofrade, vive su propia relación personal e intransferible con el Creador. Hoy, gracias a esta fotografía, el aroma del incienso más cofrade y el azahar han impregnado cada rincón de este lugar tan lejano y recóndito en el que probablemente jamás haya llegado el aroma del incienso, uniendo al mundo entero y a dos realidades tan excepcional y radicalmente diversas, bajo un mismo sentimiento, el de la Fe inabarcable, sin límites ni fronteras.