Hubo un tiempo en el que uno de los requisitos para que una imagen fuera coronada era que tuviera tras de sí siglos de devoción que merecieran el reconocimiento con tal rango. Devociones históricas que eran vínculo entre María y los fieles, que habían sido faro para generaciones enteras durante centurias. Así entendíamos que entre las imágenes coronadas se encontraran la Virgen del Pilar o la de los Desamparados. Y en nuestra comunidad algunas entre las que citamos a la Virgen de los Reyes, la de la Cabeza, la del Rocío o las Angustias de Granada.
Pero este requisito acabó suprimiéndose y proliferaron las coronaciones. Y llegaron a tener tal distinción algunas que fueron gubiadas hace unas décadas y que son la devoción de un grupo de hermanos que, aunque sea de un número mayor, no iguala a aquellas que durante centurias fueron guía de toda una feligresía. Y, aunque otros aspectos continúan como requisito indispensable, llegan a ser tan ambiguos que son permanente objeto de debate. ¿Hasta dónde llega el valor patrimonial de una imagen? ¿Es una obra de Castillo, por ejemplo, digna de ser coronada?
Polémicas aparte, el anuncio de la coronación de la Divina Pastora de Santa Marina viene a zanjar una injusticia histórica dentro de las hermandades sevillanas y, fundamentalmente, de las letíficas, que en esto de las coronaciones son las grandes olvidadas. Que la primera Pastora del mundo no estuviera coronada, que no se reconociera la importancia de una devoción exportada al orbe católico era, sin dilaciones, un auténtico bochorno.
El empuje de las penitenciales ha dejado en la estacada imágenes de gran valor histórico y patrimonial, además del devocional, que durante siglos fueron bastiones de la religiosidad popular. Hoy en día no entendemos que imágenes como Amparo, Todos los Santos, Salud de San Isidoro o Alegría de San Bartolomé, no tengan un reconocimiento a sus varias veces centenaria vida. De hecho, Asenjo tan solo coronó a una imagen letífica durante su mandato, la Virgen del Carmen del Santo Ángel. Y José Ángel Saiz Meneses colocará la presea sobre las sienes de la Pastora de Santa Marina el 27 de septiembre de 2025.
Se convertirá en la novena imagen gloriosa en ostentar tal rango, por detrás de la Virgen de los Reyes, Antigua de la Catedral, María Auxiliadora, Hiniesta Gloriosa, Mercedes de Puerta Real, Pura y Limpia del Postigo, Pastora de Capuchinos —el 23 de mayo de 2004, fray Carlos Amigo elevó a rango canónico la coronación de la imagen, un acto litúrgico que tuvo lugar en 1921— y la Virgen del Carmen del Santo Ángel.
Ahora le toca el turno a la Divina Pastora de las Almas. Y, aunque las comparaciones son evitables, en esta ocasión uno no puede olvidarse de cuán olvidadas están algunas imágenes letíficas con respecto a otras, en este caso dolorosas, que acaban siendo coronadas sin atesorar la importancia que para la ciudad de Sevilla representan desde antaño. Nadie puede negar que el anuncio de Saiz Meneses acerca de la coronación de la Pastora de la calle Amparo es, ante todo, un acto de justicia.