En las últimas semanas, las redes sociales y otros medios, están que echan humo respecto a diversas actuaciones de algunos colectivos relacionados con nuestra Semana Santa.
Una vez más, vuelvo a repetir que para mí, y como desde pequeño me han enseñado y he aprendido, la Semana Santa y “su mundo” es muy bonita, donde si todos reman a una, los resultados pueden ser muy satisfactorios tanto para los propios colectivos (hermandades, bandas, etcétera) como para el público. Un mundo de hermandad, donde unos se ayudan a otros, donde la envidia no aporta nada, y donde las faltas de respeto no deberían tener lugar. Pues bien, con el paso del tiempo, uno aprende que eso no es así.
Desde aquel lugar donde se presume de la mejor Semana Santa, existen otros colectivos en los cuales se opta por el desprestigio a sus propias hermandades, así como todo lo que ella engloba (bandas, grupos, etc). A eso, se le puede sumar el desprestigio de otros colectivos “hermanos”, que realizan la misma labor y aportan lo mismo a la Semana Santa. Campañas mediáticas, “bienquedismo” del bueno, y tirar de recuerdos, sobre todo de lo último. Y es que creo, que en la Semana Santa y en la vida en general, todo se consigue a base de trabajo y más trabajo, para después recoger los frutos correspondientes. Por su parte, no se consigue metiendo “cizaña” a los demás, mintiendo, y ni mucho menos, faltando el respeto a otras personas de forma pública, intentando ridiculizar, aún más cuando propios directores también manifiestan esas faltas.
No obstante, debe ser duro no conseguir los objetivos, demostrando que algo no se está haciendo bien, o del todo bien, y que algo hay que cambiar. Por eso, en la cabeza de algunos, siempre quedará el recuerdo del eterno buenos días en algún(os) día(s) señalado(s) de la Semana Santa, mientras otros lo disfrutan cada año.
Trabajo, más trabajo, y menos atajos.