Y ahora, ¿qué?, estamos sin duda en periodo de reinvención de nuestras propias cofradías. Estamos llegando al final de esta pesadilla que nos ha tenido dos años en stand by, pues si bien algunos puntos de funcionamiento de las asociaciones religiosas han estado muy ocupados (Cultos, Caridad, etc…), está claro que otros tan importantes como estos últimos, en especial las manifestaciones públicas, han estado bastante parados si no, en algunos casos prácticamente desaparecidos. Está claro que, queramos o no queramos, toca de nuevo ponerse en marcha, y si bien nuestra ilusión como cofrades permanece absolutamente intacta, también es evidente que existe una cierta incertidumbre, puesto que los mecanismos de funcionamiento están algo oxidados, y existe además cierto temor por lo que en este año nos encontraremos.
Quizás esté siendo un poco pesimista, y este año vuelve todo a la normalidad, con los mismos mimbres, tanto de capital humano como material, pero según estoy observando en determinados foros, quizás lo que nos encontremos sea bastante preocupante. Pero, ¿qué ha ocurrido para que esta situación pueda estarse dando? Quizás una mezcla de desilusión, o incluso cierto miedo debido a lo vivido en este periodo, que no ha sido poco; por otro lado, cierta desazón puesto que a día de hoy no sabemos si otra oleada de la enfermedad pueda o no modificar las pautas de conducta de cara a una manifestación exterior, y por supuesto, cierto desinterés por la generación más joven, aquellos denominados “milenials”, que han encontrado en una cultura material y de imagen un refugio que otrora lo llenaron las cofradías de uno y otro lugar.
Pero surge una pregunta, ¿hemos hecho algo mal? Posiblemente sí, posiblemente no hemos sabido atraer a esta generación a un mundo, que no por conservador ha dejado jamás de ser bello, quizás no hemos estado a la altura en cuanto a la modernización de nuestras cofradías, no sólo refiriéndome a cuestiones de tecnología o formas más adecuadas a los tiempos que corren, sino también a las actividades que desarrollamos a lo largo del año y que no han logrado calar en según que grupos humanos.
Seguramente habremos de preguntarnos si no está ya bien de pregones, exaltaciones, exposiciones de fotografía o presentaciones de carteles cofrades, que al fin y al cabo vienen siendo más de lo mismo, y a los que acude un gropúsculo de personas que los ves en todos los eventos de este tipo, y no hemos de salir a la calle de otra manera más actractiva o actual que pueda volver a hacer que las Cofradías tengan una visibilidad fundamental de cara a la sociedad. Pensemos por un momento que no todo es el boato, la belleza exterior o el lucimiento de cara a la galería, quizás es hora de plantearse que la sociedad tal vez esté demandando otras cosas de nosotros los cofrades, y seguramente es tiempo de ponerse manos a la obra.
Y es aquí, en este punto que señalo, en el que creo que hemos de volcarnos en algo que tenemos los cofrades muy olvidado, como es la Doctrina Social de la Iglesia. ¡Ojo! No confundir dicha Doctrina con la Caridad, que ya sabemos que las Cofradías la practican en buena medida, pero sí tenemos que arrimar el hombro en mejorar la calidad de vida y la dignidad de aquellos que no lo están pasando bien, que en los tiempos que corren, no son pocos. No me refiero a la Caridad de dedicar una cantidad más o menos importante de dinero a obras benéficas, eso al fin y al cabo es dinero, sólo dinero, sino establecer desde nuestras cofradías unos patrones de conducta que, además de tener una cierta visibilidad, que todo es importante, haga que la gente necesitada se sienta un poquito mejor.
No estoy hablando de dinero, repito, decía el Papa Francisco que el dinero se puede convertir en el más hipócrita de los bienes, doy una cantidad de dinero, me limpio la conciencia como cristiano, y a otra cosa, pues no, no se trata de eso. La Doctrina Social de la Iglesia, es de la Iglesia, valga la redundancia, y lo escribo de esta forma porque hay quien se piensa que esto es un invento de épocas pasadas en las que viejos fantasmas se ceñían sobre el cristianismo, pero nada más lejos de este pensamiento, al contrario, la Doctrina Social de la Iglesia está más viva que nunca, y requiere de una dedicación por parte de los cristianos de a pie, que a día de hoy no encuentra, y de las Cofradías, desgraciadamente mucho menos.
Creo honestamente que este es el futuro, y sólo hemos de ver la cantidad de ONG´s que en uno y otro sentido, están desarrollando labores que podían formar parte de nuestra labor social. Términos como acompañamiento, lucha social, soledad o dignidad de la persona, se utilizan a diario en muchos foros, y en las Cofradías aún estamos pensando y preocupados por cómo será nuestra estación de penitencia este año, pues bien, si este año las Procesiones no tienen el brillo exterior de otros años, busquemos al menos la forma de mejorar las vidas de otros, que seguramente calaremos hondo a la hora de remover ciertas conciencias, eso sí, empezando por la nuestra propia.
Se define la Doctrina Social de la Iglesia como aquello que los cristianos hemos de hacer cuando las luces de nuestro templo se apagan, pues bien, intentemos que esas luces, aunque apagadas, sigan brillando de cara a los demás, que seguramente así volveremos a recoger a muchos que, seguramente decepcionados, se han marchado de nuestro lado. Hay mucho camino por recorrer, pero cuanto antes comencemos nuestra particular lucha, antes alcanzaremos nuestras metas. Ánimo.
Este ha sido un artículo de opinión, el que escribe es consciente de que la razón suprema sólo la tiene Dios, y quizás esta opinión resulta algo pesimista, pero el camino está marcado, y no de ahora, puesto que desde finales del siglo XIX, el Papa León XIII en su encíclica Rerum Novarum lo dejó meridianamente claro, y a partir de ahí, todos y cada uno de los Papas lo han ido suscribiendo en sus documentos papales, sólo nos falta establecer un comportamiento acorde como cristianos, y sólo nuestra es la responsabilidad. Tomemos nota los Cofrades.
Rafa Claramunt.
Cuaresma 2022.