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El viejo costal | Desde el olvido y la esperanza

En mi recuerdo viven muchas personas que materialmente nos dejaron, con muchos de ellos compartí momento importante de mi vida, muchos de ellos por no decir casi todos eran cofrades, algunos de ellos eran personajes destacados de este marginal mundo, y alguno de ellos eran de los que me gusta calificar de imprescindibles.

Evitando tener memoria de pez, recuerdo constantemente y repaso casi a diario la memoria de cada uno de los que compartieron en vida alguna faceta común, alguna prioridad o vivencia, y muchas veces me encuentro con casos que para mí son del todo inexplicables, este es el caso de un imprescindible que inexplicablemente aún hoy a diez años de su fallecimiento ni los cofrades, ni la ciudad, ni los políticos, ni tantos como le debemos a él cientos de momentos únicos e irrepetibles, muchos de los actuales costaleros no recuerdan que a él le deben la creación de este oficio en nuestra vieja ciudad.

Claro que sí, me refiero a D. Rafael Muñoz Serrano, quien nos dejó, si la memoria no me traiciona en agosto del 2013, siendo decano de los capataces de Córdoba con cuadrillas de hermanos costaleros desde 1975, evitando a muchas hermandades el gasto de los costaleros profesionales, en ese año salió a la calle con Expiración, deberemos recordar que la primera cuadrilla de hermanos costaleros de nuestra vecina Sevilla fue en 1973.

D. Rafael ha dejado una impronta única en Desamparados, en la Concepción, en las Angustias, y como no en la Paz, creo que blandió su llamador durante cincuenta años, sería interminable la lista de pasos que él mandó, serian millares los costaleros que bajo sus órdenes pasearon titulares de por la ciudad, seria millones los que le han visto a lo largo de los años, y casi los mismos a los que él se dirigió con su cantinela inolvidable de “…niño mío…”.

Y a pesar de estos hercúleos logros, del esfuerzo que supone manejar varias cuadrillas al año, durante muchos años nosotros le hemos pagado con el olvido. Olvido y esperanza son dos fuerzas que nos ayudan a vivir. Por ello aún conservo la esperanza de que nuestras autoridades, nuestra agrupación de cofradías, nuestros cofrades, le rindan el homenaje que D. Rafael Muños Serrano se merece, no puedo olvidarme que su hijo D. Rafael Muñoz Cruz quien compartía terno con su padre desde 1969 solo con quince años de edad, cuando aún los costaleros eran profesionales y que vivió la transición a los hermanos costaleros, y que en la actualidad está retirado, su hijo y nieto de D. Rafael Muñoz Serrano continúa vistiendo el terno negro.

¿Cómo es posible que nuestra ciudad no recuerde a este imprescindible?, quien modeló en Córdoba la segunda generación de capataces salida en muchos casos de sus cuadrillas y en otros de la atenta observación de su trabajo en las calles, por recordar algunos D. Lorenzo de Juan, D. Juan Berrocal, D. Patricio Carmona y una interminable lista, resultado de su saber hacer y su amor por nuestra Semana Santa y nuestros sagrados titulares.

Ahora que el olvido se ha adueñado de su memoria, al menos me queda la esperanza de que se pueda corregir este tremendo error, me atrevería a decir histórico error, y Córdoba le rinda en agradecimiento con un homenaje perdurable en el tiempo, dejar su nombre al igual que su impronta en el más destacado lugar de nuestra ciudad. D. Rafael Muñoz se merece tener una avenida con su nombre, independientemente del agradecimiento de todos los que alguna vez le vimos sonriendo delante de un frontal, llevándose la mano a la barbilla, gesto natural en su forma de mandar, así que ya saben niño mío vamos a ponernos a trabajar, principalmente para pagar la deuda que nuestra ciudad tiene con D. Rafael Muñoz Serrano, yo tengo la esperanza de que el olvido no nos venza.