Con un 2021 ya clausurado los medios suelen hacer balance de aquello que ha marcado los últimos doce meses. Pero pocos inciden en los momentos que sería mejor que no se hubieran repetido. Ya sea por granjearse simpatías a cambio de obtener la primicia de alguna información o por quedar retratados con buena pose frente al escaparate -aunque por detrás no se muerdan la lengua- el caso es que la crítica suele quedar relegada a un segundo plano en los medios. No así en las redes sociales, donde la libertad es más amplia.
El año comenzó con un cartel que nos dejó igual que si no se hubiera presentado. Porque pocos lo recordarán como un gran cartel y quienes dieron su beneplácito no ocultaron que esperaban más. El Consejo paga y es quien pone las condiciones. Y aquello era una mesita de noche que tenía elementos relativos a la Semana Santa. Se intentó poner de relieve una Semana Santa de puertas hacia adentro, íntima, rememorando altares que hay en las casas pero, ¿quién tiene una corona de espinas? La obra quedó en las redes sociales con múltiples variaciones. De un vaso con una dentadura hasta la aparición de la conocida marca sueca de mobiliario patrocinando el cartel. Y un sinfín de ejemplos más.
Pero si la cartelería cofradiera no atraviesa por su mejor momento todavía quedaríamos más pasmados con el de la salida extraordinaria de la Virgen de los Reyes, de Manuel Barragán. Y si hablamos de logotipos… Antes de esto, ¿sabemos qué es? Porque el del centenario de San Benito es un logo tan abigarrado que dio la razón a quienes piensan que en tiempos de pandemias el nivel de carteles y marchas procesionales ha decaído. ¿Acaso no se merecían todas estas efemérides estar a la altura con independencia de los meses que vivimos?
Momentos icónicos -por desagradables- los hubo en la santa misión del Gran Poder. Cuando el Señor de Sevilla se adentró en tres barrios sus vecinos mostraron su forma de celebrar la llegada de la imagen de Juan de Mesa. Aplausos, vivas… Pero siempre hay quien va en contra del sentir de un barrio, una ciudad o todo un país. Y no podían faltar quienes desde la hermandad criticaron esos comportamientos. Y siendo sinceros también hay hermanos de la corporación de la Madrugada que salieron en defensa de estos y reprocharon tal actitud. ¿Quién se erige como juez dictaminando cómo tiene que comportarse uno u otro ante una imagen? Otro momento para olvidar se vivió en la Campana cuando el Gran Poder iba camino de su basílica. Las marchas interpretadas, en su mayoría composiciones de su director nos mostraron cuán de importante es la elección de un repertorio donde las marchas nos hagan vibrar. Desconocidas la mayoría de ellas nos dejaron igual que helados como cuando vimos el cartel.
Noviembre fue un mes con muchos momentos para olvidar. Para destacar, en este caso, dos. Por un lado el hermano mayor de la Sed, Pepe Cataluña, afirmaba que recibió una comunicación de unos diez directores de bandas de Sevilla diciendo lo que podía tocar Rosario de Cádiz en la capital andaluza y lo que no. Nuevamente se puso de relieve que algunos creen tener en su mano la idiosincrasia y el sentir de un pueblo que pretenden secuestrar para manejar a su antojo. Entre estos directores -según me consta- los hay que han sacado libros y no han vendido ni dos y otro que con su manejo de manos bien podría hacerse dueño de doña Rogelia y dar el salto a algún programa de variedades. Por no hablar del de una banda que cada vez tiene menos presencia en Sevilla. Pepe Cataluña, que no desveló nombres, supo estar a la altura.
El otro momento incómodo llegó con la negativa del arzobispado, que se negó a que la Virgen de Gracia, patrona de Carmona, saliera en procesión. Pero permitió y sigue haciéndolo, que otras devociones puedan salir echando mano de uno u otro criterio para justificar tal movimiento. Uno de ellos argumentaba que la pandemia no había llegado a su fin. A ver si cuando pase, cuando la OMS suprima tal etiqueta que llevamos a cuestas, dan su beneplácito a un pueblo que, ejemplo del sur de España, da las gracias a su patrona por su protección en tiempos difíciles.
¿Y que me dicen del Consejo? No ha tenido tiempo en estos dos años de trabajar en el Martes Santo, ni en resolver los retrasos del miércoles. Tampoco de los cruces en la Madrugada o en un Domingo de Ramos que también arrastra de un año para otro los problemas. Eso sí, para la renovación de abonos y sillas no se les ha hecho tarde. Tampoco para cobrar el nuevo año a los suscriptores del boletín de cofradías.
Las elecciones tampoco dejaron un panorama halagüeño. Movimientos en contra de la candidatura de un hermano mayor que volvió a ser elegido fueron de tal envergadura que avergonzaron hasta a los sectores más progresistas dentro de las hermandades. A la hora de capitanear una candidatura hay quienes pretenden poner en valor el trabajo realizado y presentan un programa que será desarrollado si ganan. Pero en 2021 aprendimos que también existen los que creen que una candidatura tiene que asentarse en airear trapos sucios y hurgar en la herida imaginando que dañar al rival es vital para salir reforzado. Al final no fue así. Tácticas que quizá habían existido pero que en el ya pasado año se hicieron más perceptibles que nunca.
Unos se llevarán las manos a la cabeza cuando conocen a sevillanos que están en contra de la Semana Santa. Otros, como el que suscribe, hace lo mismo pero por distinto motivo y se pregunta si el enemigo está dentro o allá afuera. En definitiva, tantos momentos incómodos en su mayoría protagonizados por miembros pertenecientes al universo cofradiero que muestran una cara que sería mejor no conocer. Ni tan siquiera imaginar.