Tras una intensa romería y la tradicional misa de acción de gracias que tuvo lugar en la Real iglesia de San Pablo este sábado, la Hermandad del Rocío de Córdoba ha firmado, con el prestigioso bordador astigitano Jesús Rosado Borja en virtud del cual acometerá la restauración del bendito simpecado de la filial cordobesa. Una intervención que se prolongará hasta el próximo mes de septiembre y que devolverá todo el esplendor a la representación de la Virgen del Rocío a la que rinde culto la Hermandad letífica. La magnífica pieza bordada, bendecida en el año 1997, es obra de Antonio Muñoz al tiempo que la pintura que la preside fue realizada por Juan Manuel Ayala.

Aunque la fundación de la Hermandad cordobesa del Rocío no se realiza hasta 1978, la devoción que muchos cordobeses sentían por la “Blanca Paloma” se retrotrae a muchos años atrás. Las primeras noticias disponibles se remontan a las décadas de los años veinte y treinta del pasado siglo. Fue por esos años cuando el célebre rejoneador Antonio Cañero encargó a Julio Romero de Torres la pintura del medallón del primitivo Simpecado que hoy se halla depositado en el capilla que la Hermandad posee en la iglesia de San Pablo.
En 1935 un nutrido grupo de rocieros cordobeses asistieron en grupo organizado y con gran brillantez a la romería del santuario de las marismas almonteñas. Para ello habían solicitado permiso previamente al obispo Pérez Muñoz, siendo este inmediatamente concedido. Precisamente en esa solicitud se incluía la firme promesa de constituir la hermandad para el año siguiente, acompañando un borrador de estatutos. Tal documento iba avalado por numerosas firmas de miembros de conocidas familias cordobesas e incluso de personajes célebres del mundo taurino como el citado Antonio Cañero y los toreros “Guerrita” y “Machaquito”. Sin embargo el estallido de la guerra civil española dio al traste con esos deseos.

Afortunadamente el Simpecado fue depositado en el convento de Santa Clara por la familia Natera, donde las monjas de clausura lo custodiaron. Y aunque la devoción a la Virgen del Rocío nunca desapareció del corazón de muchos cordobeses, habrían de transcurrir casi 40 años para que de nuevo empezara a existir en muestra ciudad un movimiento rociero que deseaba erigir su propia Hermandad. Fruto de este clima propicio se va a producir el primer intento de fundación. Será Antonio Bautista Romero quien mantendrá correspondencia con el hermano mayor de la hermandad matriz de Almonte, solicitando información a fin de realizar la erección de una hermandad filial en esta ciudad. A pesar de que de momento no llegó a hacerse realidad tal deseo, esta intención delataba ya la existencia de un clima favorable para conseguir tal objetivo.
El día 5 de febrero de 1978, en la Iglesia de San Basilio, se celebró la misa fundacional y la primera imposición de medallas. Su primer hermano mayor fue Pedro Gordillo Rojas y su primer consiliario el mismo párroco Guillermo Romero. Dos meses después la hermandad matriz de Almonte nombra filial a la de Córdoba. En una primera etapa, que podemos situarla hasta 1990, la hermandad se fue configurando y consolidando. Así, durante el mandato de Francisco Rodríguez Ferrer se hizo por primera vez el camino completo desde Córdoba en el año 1987. También en estos años la hermandad compró dos solares en la aldea del Rocío para la futura casa de hermandad que se construiría en años posteriores.
El día 28 de agosto de 1995 se solicita al Obispo de Córdoba, Don José Antonio Infantes Florido, el cambio de sede a San Pedro de Alcántara, convento perteneciente a la parroquia del Sagrario, y nombrar Consiliario al párroco de la misma D. Bartolomé Menor Borrego. Esta petición fue concedida con fecha 8 de septiembre de dicho año, coincidiendo con la aprobación de los nuevos estatutos adaptados al Estatuto-Marco.