Fran Ortiz: «¿Cómo tranquilizas a alguien que nunca ha vivido algo así?»

¿Cómo tranquilizas a alguien que nunca ha vivido algo así y le explicas que no pasa realmente nada?. La Madrugá comenzaba como todos los años llegando al Bar Cuesta sobre las doce y treinta de la noche. Es el lugar de encuentro de la banda en la Calle Castilla antes de salir para la Calle Pureza. Allí solo había miradas de felicidad y muchos nervios en la gente nueva de la banda. Cuando comenzamos a realizar el tradicional pasacalles hasta la Calle Pureza, se veía bastante más público que otros años, el buen tiempo y la escasez de hermandades de los años anteriores hacia ver bastante más personas.

La salida transcurre con total normalidad, Triana se viene abajo al ver a nuestro Cristo. La Calle Pureza vive uno de los momentos más bonitos de todo el año. Llegamos al Altozano, cruzamos el puente y entramos en “Sevilla” como nosotros siempre solemos decir.

Seguimos con total normalidad por Reyes Católicos, pero a la mitad de la calle, antes de llegar al cruce con el Mercado del Arenal, empiezo a escuchar comentarios en mi entorno de alrededor de la banda (voy prácticamente en el centro, tengo unas 60 personas delante). Estos comentarios venían de una riña que se había producido en la parte delantera de la banda pegados con el paso, con un senegalés, que por lo que me cuentan estaba gritando “Ala es grande”. Como todos os podéis imaginar las caras de mis compañeros eran un auténtico poema, al ver que una persona estaba gritando eso en una representación católica… Consiguieron alejar a esta persona de nuestra formación y la policía se lo llevo detenido.

Y en escaso periodo de tiempo, no creo que fueran más de veinte minutos, sin venir a cuento, empieza a temblar todo el suelo de Reyes Católicos y empiezas a escuchar “Otra vez, que vienen, que vienen”. Pues una vez más ahí estaba mi banda, detrás de su Cristo de las Tres Caídas sufriendo la primera de las cuatro estampidas de la gente. Era algo impresionante, escuchar ese estruendo de gente que venía desde la Magdalena hacia nosotros. Siempre he contado que el ruido y la sensación que tienes es la misma que la de la película “Jumanji”. En ese momento empiezo a darme la vuelta e intentar agarrar a todos los que tengo a mi alrededor para que nadie saliera de la formación (es la única manera de que no te pase nada, quedándote quieto y que la gente pase a tu alrededor) y gritando “dale al tambor, dale al tambor”. El ambiente alrededor era angustioso, gente que estaban viviendo su primera Madrugá con nosotros y veían eso, instrumentos en el suelo, músicos siendo arrollados, familiares que estaban alrededor de la banda con ataques de histeria queriéndose llevar a sus hijos, hermanos de la banda… la verdad, un verdadero caos que nunca sabes por donde va a salir. Fueron diez segundos de tiempo que parecía que habían durado una hora.

Hay una imagen que no se me olvidará en la vida, dos compañeras que venían estrenándose con nosotros, era su primera Madrugá, la primera Madrugá de chicas tocando en la banda de las Tres Caídas. Las dos lloraban y temblaban como nunca había visto a nadie hacerlo, recuerdo que un familiar de una de ellas me decía “Por favor no la sueltes, no la dejes sola”…

Conseguimos calmar el ambiente dentro de la gravedad que había tenido esta estampida (era de las mas fuertes que habíamos vivido en los últimos años) pero en las caras de los compañeros se notaba el miedo, una tensión increíble, gente queriéndose ir a su casa. Nunca sabré explicar lo que sentía al ver la impotencia de ver llorar a mis compañeros y no saber cómo poder ayudarlos. Aquí empiezan a llegar mensajes de móviles, avisándote que hay más replicas en más partes de la ciudad y que pueden llegar los famosos efectos rebotes.

Se levanta el paso, vamos a tocar una marcha y cuando me da por mirar a los lados tenía a compañeros con los instrumentos con rotos de haberse caído al suelo, me decían “Fran, ¿qué hago?, se ha roto la vara, no puedo dar algunas notas”…

Recuerdo que antes de que ocurriera la segunda avalancha llegando a la altura del Bar el Papelón, uno de mis compañeros, que tenía heridas de haberse caído al suelo, lo estaban curando y mientras lo curaban, volvió a producirse otra avalancha… Fue algo que me dejo también bastante tocado.

Seguimos adelante en nuestro camino detrás del paso, pero al mínimo ruido vuelven a producirse otras carreras, la gente tenía mucho miedo, había sensación de sicosis. Nadie sabía qué pasaba pero todo el mundo miraba a todos lados.

A la altura de la Heladería Raya volvemos a sufrir otra estampida de gente que salía huyendo de la Plaza de la Magdalena. Recuerdo que tuvimos que tocar una marcha clásica, para poder calmar a la gente, antes siempre solíamos darle al tambor y la gente empezaba a calmarse al escuchar ese sonido, pero en ese momento no se calmaba a la gente. Habían sido muchas replicas juntas y el miedo estaba dentro de todos nosotros.

Entramos en la Plaza de la Magdalena tocando “La Esperanza”, nos costó trabajo, porque las réplicas anteriores habían dejado tocada a la gente. Estábamos todos desconcentrados y mirando a todos lados, realmente en esos momentos nadie tenía ganas de tocar, este siempre había sido un lugar mítico de todas las Madrugás, un lugar soñado para estrenos, marchas complicadas…. Se convirtió en un lugar muy amargo.

Seguimos adelante avanzando por la Calle Murillo. Al fondo vemos al palio de la Virgen de la Presentación, una estampa bastante bonita para estar tocando una marcha con ese palio al fondo. Giramos a la derecha para volver a la Plaza de la Magdalena y acceder a la Calle Rioja. Aquí estuvimos bastante rato parados, hablabas con todo el mundo, cada uno te contaba sus experiencias, los nazarenos que se veían irse y los cirios rotos que seguían llegando.

Aquí estaba hablando con unos amigos de Linares y les comentaba el pánico que había en la gente, que podía tirar mi trompeta y salir media banda corriendo al miedo a cualquier ruido. Pues volvió a pasar, otra pequeña estampida pero de muy menor grado venia hacia nosotros desde la Magdalena. Recuerdo dejar de hablar con ellos para volver a la formación y volver a pedir que le dieran al tambor, porque la gente estaba otra vez con la cabeza perdida. Habían sido cuatro avalanchas de gente hacia ti.

Las personas que hablan de carreritas, en tono de broma es porque nunca se han visto en estas cosas, he visto videos de lo que sufrieron otras hermandades y sin que nadie se moleste eso quizás sí pudieron ser carreritas aisladas, pero lo que vivimos nosotros fueron avalanchas de gente corriendo hacia nosotros. En la banda estaba todo el mundo deseando que se hiciera de día y volver al barrio, a nuestro ambiente, al lugar donde nos sentimos protegidos.

Esta fue mi vivencia dentro de la banda de las Tres Caídas en la Madruga de 2017.