Una vez más, la Virgen del Socorro ha vuelto a navegar bajo el cielo de Córdoba para enamorar a los cuatro puntos cardinales de la ciudad de la que es alcaldesa perpetua, como atestigua la vara de mando que luce en su altar itinerante, e impregnar las calles del perenne aroma de nardo e incienso que acompaña su caminar. Este domingo, el sonido de la música procesional, del rachear de las zapatillas costaleras y la voz del capataz han cerrado el círculo perfecto que se iniciase hace ahora doce meses, materializando la definitiva reconquista del lugar de privilegio en nuestro devenir cotidiano que corresponde a la religiosidad popular por obra y gracia de nuestra bendita idiosincrasia.
Como sucede cada mes de septiembre, cientos de cordobeses han sido testigos de como la Reina del Mercado Sánchez Peña, a la que se rinde visita en su pequeña ermita 364 días al año y que camina poderosa y elegante entre el fervor de sus devotos un día al año, ha vuelto a precipitar su magia en el corazón de Córdoba, apaciguando las tribulaciones que habitan en nuestras entrañas. A las puertas de su ermita, la Virgen ha sido recibida con un ramillete de vivas pregonados y oraciones musitadas, merced a la devoción que el pueblo de Córdoba profesa a una de sus devociones centenarias.
El caminar jubiloso de la cuadrilla costalera que ha tenido el orgullo de formar parte de la historia y el contrapunto brillante de la Banda de la Estrella, que evoluciona por momentos en diversidad, exquisitez y riqueza ante la mirada inquieta y la sorprendente metamorfosis de quienes negaban empecinados su indiscutible crecimiento, se han convertido en la perfecta simbiosis que han transformado la tarde noche del domingo en una nueva jornada que almacenar para siempre en el joyero imperecedero de los recuerdos imborrables de la Córdoba cofrade.
Piezas como «Coronación del Socorro», «Estrella Sublime» o «Siempre Macarena» han hecho las delicias de fieles y devotos, conformando destellos memorables que se han producido en varios puntos del recorrido, como la hermosa petalada que ha recibido a la Madre de Dios en la plaza de la Almagra y en la calle Juan de Mesa o la saeta que le han dedicado en la plaza del Potro.
Mientras la tarde se iba difuminando, a medida que la oscuridad ganaba terreno al astro sol, el pueblo, satisfecho por ser adalid eterno de sus tradiciones, dormidas temporalmente pero jamás erradicadas del alma de Córdoba, fue mutando sus oraciones en saludos reconquistados y sonrisas que en presencia de la Virgen del Socorro siempre vuelven a fluir, constatando que los sueños, aquellos que nos acompañaron durante año y medio de ausencia, siempre destierran las pesadillas convirtiéndolas en una maravillosa y reconfortante realidad.