Portada, Sevilla

La crónica | La cera lloró de gozo al compás de su Gracia y Esperanza

La multitudinaria procesión extraordinaria de la Dolorosa de San Roque se salda con un sobresaliente

El reloj se detuvo hace tres cuartos de siglo en aquel lugar, el mismo en el que hoy volvían a latir con fuerza los corazones de cientos o incluso miles de sevillanos.

Han pasado 75 años desde que sus hijos le impusieran una corona plagada de esfuerzo, trabajo, oraciones y gratitudes; y por ello, la Virgen de Gracia y Esperanza, la señorita de la Plaza de Carmen Benítez, ha salido a la calle para devolver tanto amor desplegado durante más de 7 décadas.

No faltaba un detalle: La candelería encendida, la plata reluciente, los ramos de florales de Calas blancas emanando aromas de Domingo de Ramos por la feligresía, y la Señora exquisitamente vestida por Grande de León y entronizada en su imponente paso de palio, reestrenando la resplandeciente corona tras su restauración.

El reloj marcaba las seis en punto cuando partía el cortejo de la Iglesia Parroquial de San Roque. El destino no era otro que su barrio, su gente, los vecinos que acuden diariamente a rezarle a la Virgen a la vuelta de los mandaos y del cafelito mañanero, como un rito inamovible que el tiempo ha convertido en tradición.

Pero no eran solo sus devotos de diario los que esperaban a las puertas, sino un gentío innumerable que ha querido arropar a la Dolorosa durante su periplo extraordinario.

La procesión de la Virgen de Gracia y Esperanza quedará grabada en la retina de sus hermanos y devotos. Fotos: Hermandad de San Roque.

Tampoco quisieron perderse la cita las representaciones de las hermandades de la jornada penitencial en la que procesiona así como otras cofradías con las que mantiene una estrecha vinculación.

Entre ellas destacaba la cercana corporación de Los Negritos, a la cual saludó Nuestra Señora de Gracia y Esperanza en una de sus primeras chicotás en la calle, meciéndose con los sones de la marcha “Virgen de los Negritos” de Pedro Morales, interpretada magistralmente por la Banda de la Cruz Roja.

También fue especialmente destacada su visita al convento de las Monjas Trinitarias, en la calle Padre Méndez Casariego, donde las hermanas cantaron a la Dolorosa con las últimas luces de la tarde.

Y así, suavemente, la cera de los cirios que alumbraban a la Virgen iban derramando la ilusión de los cofrades por la ciudad, como en cada Domingo de Ramos, durante las más de 5 horas que la rosa de la calle Recaredo ha estado en la calle.

Durante ellas se han sucedido estampas inéditas por lugares en los que la Señora llevaba muchísimos años sin pasar, como Arroyo, Gonzalo de Bilbao, Lope de Vega o la calle que lleva su nombre. En todas ellas se ha recibido a su bienhechora con petalás, aplausos, rezos y mucha emoción por vivir aquellos instantes junto a ella.

Los hermanos de San Roque y toda Sevilla han escrito hoy una página muy hermosa en la historia de esta cofradía, que ha tenido el privilegio de volver a coronar de ilusiones renovadas y mucha fe a su joya más preciada, la que inunda a cada momento sus almas de la Gracia y Esperanza de Dios.