Vengo observando ciertos movimientos que no pasan desapercibidos para quienes estamos al tanto de la información. Cambios que revelan la doble cara de una ciudad que en ocasiones parece poliédrica. Concretamente he venido analizando los movimientos de la prensa y algunos personajes con relación a dos figuras que conocemos todos: Francisco Robles y Juan José Asenjo. Pero para entender mejor las extrañas metamorfosis de las que pretendo hablarles vamos a abordar cada caso por su lado.
A Paco Robles lo hemos visto en televisión, escuchado en radio y leído en prensa. Libros, pregones, exaltaciones… un sinfín de premios y para el que suscribe el mejor articulista con el que cuenta mi ciudad, muy por encima de otros como el ripioso periodista o el simpático viejito, al que ya se le acabó la originalidad hace años. Como cualquier personaje conocido, cuenta con sus detractores y defensores —si ya de por sí contamos con ello los anónimos imagínense quienes son populares y más con el nacimiento de las redes sociales—, pero lo que no puede negársele por mucha tirria que le tengan algunos es su maestría a la hora de escribir.
Como bien saben, sufre un accidente vascular que le hace estar alejado por unos meses. Y ahora se alzan unánimes a reconocer su legado y comienzan a darle premios y se agolpan los pregones. Señores, es incomprensible que Paco Robles no haya dado todavía el pregón de la Semana Santa y hay ahora incluso quien espera pronto la elección del pregonero de 2022 para proponerlo como sucesor de Julio Cuesta —si finalmente el año que viene se normaliza la situación agravada por la Covid-19—, cuando pasaba las páginas con rapidez inusitada cada vez que llegaba a la sección de opinión.
Y, ¿qué sucede con el actual arzobispo? Dentro de poco tendrá un sustituto. Y ahora aparece toda una banda de hipócritas cual plañideras sollozando porque deja el solio sevillano de aquí a un par de meses. ¡Pero si lo pusisteis de vuelta y media cuando llegó! Y ahora a otorgarle premios y reconocer su buena labor como pastor de la Iglesia en Sevilla, cuando hay ciertos periodistas que se han tirado años reescribiendo una y otra vez que si no era partidario de las procesiones extraordinarias, que no entendía nuestro modo de sentir la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor, que si utilizaba doble vara de medir dependiendo de la hermandad que llamase a su puerta… ¿Qué? Tantas cuestiones e interrogantes a los que intentabais dar respuesta y avivar la polémica de quien llega nuevo a nuestra tierra. ¡Y cuestionar hasta los cambios que se hacen desde altas esferas! ¡Más papistas que el Papa!
Ambos —solo he tratado los dos ejemplos más llamativos— siguen siendo los mismos antes y después de todo. Quienes han cambiado son los hipócritas, que ahora cual fariseos predican elogios y enaltecen a quienes creen que no son conscientes de las caretas que llevan puestas.