Vivimos en la era de las nuevas tecnologías y, gracias a ellas la vida se nos ha vuelto más fácil en gran medida, de vez en cuando me alegra el día cuando leo noticias en las que corporaciones de todo tipo – penitencia y glorias – apuestan por lo clásico.
Técnicas con siglos de evolución, aún siendo apoyadas con estas nuevas tecnologías, como la edición final a través de programas de ordenador, o composiciones creadas a partir de diversas técnicas ancestrales y rematadas con esta herramienta digital, pero siempre con una premisa, prima la esencia de lo clásico.
Noticias como la designación de Nuria Barrera como cartelista de la Romería del Rocío, vuelve a dar vida a la esencia del vanguardismo pictórico, donde los trazos desdibujan magistralmente la realidad para llevarte al momento exacto, al igual que ocurre en los sueños. Haciendo que, en ocasiones, la ficción supere a la realidad a través de los lienzos.
Vivimos en el mundo de la tecnología, donde los artistas tienen que revisar el formato de su obra mil y una vez para que sean visibles en los dispositivos móviles para ver la vida a través de una pantalla.
De sobra es sabida mi admiración por el arte sacro, desde lo más clásico hasta lo más novedoso. El arte sacro actual como la mencionada Nuria Barrera, así como el de Daroal, Rafael Laureano, Pérez Indiano, Antonio Diaz Arnido, Manuel Peña, Rubén Terriza, Raúl Berzosa o Pedro González por destacar solo algunos – faltan muchos de los que me fascinan – , han conseguido dar vida a sus sueños a través del arte, para conseguir verlos a través de los ojos.
Y no, no puedo olvidarme de aquellos que consiguen con su técnica y su mirada, consiguen llevarnos a momentos únicos.
Bendito clasicismo…