El Capirote, Opinión, Sevilla

Lo que queremos para este año

Recién empezamos el año y no son pocos los debates creados. Desde el estudio sobre cómo se transmite el virus bajo las trabajaderas a las declaraciones del vicepresidente de la Junta recomendando que los pasos discurran por grandes avenidas. Y si del primero todavía sabemos poco, del segundo poco puede añadirse porque ya me dirán cómo hacemos para que siete u ocho hermandades de una jornada alcancen la catedral y todo el engranaje que habría que mover… tanto que mejor ni pensarlo porque sería imposible.

Así que polémicas aparte, porque todavía nos quedarán algunas hasta que llegue la tan ansiada Semana Santa, mejor disfrutar poco a poco de los cultos que están celebrándose. La novena al Señor del Pasión deja un Salvador lleno de fieles. Nos recuerda que todavía la fe sigue viva, que más allá de izquierdazos y cornetas la devoción está presente y prueba de ello es cómo estaba esta semana la antigua colegial. Porque ya saben que entre los hermanos están quienes acuden a los cultos y los que prefieren quedarse en casa. Los que quieren ir y no pueden y los que teniendo oportunidad directamente pasan. ¡Ojalá los cultos de este año estén tan llenos como lo ha estado el Salvador!

Las priostías se afanan en que todo esté en su sitio. Qué bonita estampa nos ha dejado el triduo a Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz en el misterio de su Sagrada Mortaja. En la iglesia del antiguo exconvento de la Paz viajamos a otra época. La semana que viene tendrá lugar el quinario a Nuestro Padre Jesús del Silencio, de la Amargura. El pasado viernes ya se encontraban preparándolo todo. Y la Amargura acompañada por San Juan, más cerca de los devotos en la capilla sacramental. El día de Reyes llegó con retraso pero con qué maravilla nos deleitan estos días. Uno se aproxima hacia San Juan de la Palma y hasta entra en el templo sabiéndola más cerca.

Será tiempo también de pregones. Del periodista que iba a dejar de dar pregones al que va de casa en casa hermandad pidiendo que le den unos minutitos de gloria. Ya saben, vuelve a estar de moda como cada año los versos de Wenceslao Ayguals de Izco:

«Literatos que no valen

ni tan siquiera un mendrugo

van más serios y estirados

que si fueran el gran turco,

tan sólo porque ensartaron

cuatro versos campanudos

¡al resplandor8 de la luna!…

¡al campanario!… ¡a los búhos! …»

Y de los carteles… ya saben. Habrá un mejor nivel que los del año pasado -porque peor ya no se puede- donde solo se salvaron unos pocos. El tríptico de Córdoba ha sido una apuesta arriesgada a la par que original para anunciar la Semana Santa. El de Ronda es una composición que huye de la multiplicidad de elementos y que con un vistazo cualquiera sabe exactamente qué anuncia. Luego tenemos el de Cádiz, del que ya andan diciendo que si uno se aprende de memoria toda la fauna marina que aparece le acaban convalidando la carrera de Ciencias del Mar. Y otros vaticinan que la elevada presencia -deja poco margen para poder respirar- se debe al cambio climático.

En fin, querríamos tantas cosas que por ser numerosas cada quien guarda un almanaque de sueños y deseos. Tan amplio y extenso que solo esperamos que nos gusten o no, vuelvan los carteles, pregones, ensayos -con sus izquierdazos y revirás eternas-. Porque todo ello será señal de la normalidad que tanto ansiamos. Todo ello serán luces que apuntarán a una mañana radiante de Domingo de Ramos.