La ciudad de Córdoba ha vivido un atípico primer viernes de Marzo por la singularidad que nos ha tocado vivir en los últimos tiempos, merced a la incidencia del tristemente famoso coronavirus, que está propiciando que una de las jornadas en las que la religiosidad popular se vive con mayor intensidad en la ciudad de Córdoba haya visto alterados sus modos y costumbres, en virtud del consejo emitido por las autoridades civiles y eclesiásticas que han recomendado no besar las imágenes.
No obstante, la presencia inalterable de la fe, materializada en los miles de cordobeses que han acudido a rendir pleitesía al Hijo de Dios, en San Lorenzo, en el Santuario de María Auxiliadora y, sobre todo, en la iglesia de los Padres de Gracia, ha permitido que la llama de la tradición brille con fuerza y demuestre que encontrarse cara a cara con el Señor, en sus múltiples advocaciones, es una costumbre que está profundamente enraizada en el alma y el imaginario colectivo de los cordobeses, más allá de que, circunstancialmente, haya que cambiar un beso por una oración o por una mirada de complicidad y amparo.
Nuestro compañero, Antonio Poyato, ha peregrinando por estos enclaves elegidos para dejar testimonio gráfico de una jornada inolvidable.