A pulso aliviao, Opinión

Mamarrachadas

Hace unos días el arzobispo de Sevilla, Don José Ángel Saiz Meneses, opinaba sobre los gritos desaforados a la Virgen de los Dolores del Cerro en la salida extraordinaria de finales de septiembre, asegurando que esas manifestaciones había que “cortarlas de raíz”.

La capital ha vivido dos procesiones más de Vírgenes señeras desde estas declaraciones del prelado, sin que haya vuelto a vivirse situaciones similares, afortunadamente para los cofrades y las propias cofradías.

Sin embargo, el frikismo cofrade sigue permitiéndose licencias que también deberían ser denunciadas, por el perjuicio moral y la penosa imagen que ofrecen con sus actuación en ciertos momentos.

Hablamos concretamente del horrible hábito de grabar a las bandas de música con los móviles, erigiéndose un corrillo de público, delante de la formación que se tercie, con los aparatos en la mano e intentado captar los sonidos de las distintas marchas.

Es algo incoherente que el llamado y vanagloriado cofrade, con golpes de pecho incluido, caiga en la bajeza de grabar marchitas cuando tiene a su disposición en formato digital y en prácticamente todas las plataformas, el repertorio de cualquier banda. Yo sencillamente lo calificó de mamarrachada.

Sí sí, no se extrañen. El diccionario de la RAE define el adjetivo Mamarracho de la siguiente manera: “Persona que carece de formalidad y compostura y no merece ser tomada en serio ni ser tratada con respeto”.

Ese acto de las grabaciones molestas e irrespetuosas, igual que otros tantos como por ejemplo los orgullosos cangrejeros, que también son unos mamarrachos de principio a fin, unos simples capillitas sin ningún fondo cristiano y con el único ánimo de molestar y hacerse notar en las procesiones.

Es maravilloso comprobar como a partir de la manifestación de monseñor Saiz Meneses, los gritos que no salen del corazón del creyente sino del ego del presuntuoso, pues el que siente de verdad a la Virgen entona un viva o simplemente guarda silencio. No necesita más.

Ojalá que de la misma forma vayan aminorando el resto de vicios cofradieros que afean, molestan y a veces hasta obstaculizan el discurrir de nuestros Cristo y Vírgenes por las calles de la ciudad.