A paso mudá, Opinión

No es amor, se llama obsesión

Lo que pasa en algunas ciudades en la época veraniega, está ya al borde del ridículo. Y todo por lo mismo: cambio de vestidor, de capataces, de bandas, y de mil quinientas cosas al antojo de algunos.

Algunas de estas campañitas, se vienen demorando desde hace años por obsesión de algunos, desprecio de otros, y “bienquedismo” del resto. Como por ejemplo el asunto de cierta agrupación “del pueblo” y la hermandad de la Madrugá que mucha devoción tiene por enclaves como San Román o Dueñas; o el tema de que la banda de Linares no pueda tocar en Sevilla porque la música que hacen no tiene pellizco; o el desprestigio a colectivos y bandas desde las buenas palabras.

Señoras y señores, no tenéis amor por las hermandades, por sus Titulares ni por la historia de la Semana Santa. Tenéis amor por ustedes mismos, un ego descontrolado pero sutil para dar la imagen de buenos al público. Personas y grupos que actúan así, me dejan mucho que desear y me hacen mucho que pensar.

Si una hermandad y la mayoría de sus hermanos, decide que X persona es el capataz con sus auxiliares, se apoya aunque no guste. Si otra hermandad quiere que X banda acompañe a su Titular, se apoya aunque no guste. Si X banda compañera nombra a un director nuevo, se respeta aunque no guste. Creo que no es tan difícil, al contrario, es vivir y dejar vivir. Estos comportamientos están muy lejos de los valores del cristianismo y de la Semana Santa.

Mientras tanto, el pueblo será soberano; unos rabiarán, otros trabajarán y otros ni se enterarán.