Salvador Guijo Pérez: «El carisma agustiniano saldría de los muros hacia fuera si se contara con la financiación suficiente»

Salvador Guijo Pérez es Doctor Internacional en Historia y Estudios Humanísticos, licenciado en Derecho y Graduado en Ciencia Religiosa (Filosofía y Teología). Cuenta con diversos capítulos en obras compartidas y artículos en revistas científicas. Administrador del monasterio de San Leandro, publicó su primera obra en solitario tratando la historia y riqueza que atesora el cenobio. Para finales de año está previsto que vea la luz un monográfico sobre el monasterio de Santa Paula.

¿Cómo ha evolucionado el monasterio de San Leandro desde que llegó a él? Según sus palabras, siempre ha ido avanzando conforme a los tiempos, y las necesidades de las mujeres que lo han habitado. «Podría decirse que ha evolucionado, más que arquitectónicamente, humanamente, gracias a la juventud de las nuevas religiosas que van llegando. Cuando yo las conocí, encontré una comunidad santa donde los años pesaban mucho, ahora se aspira a esa misma santidad, pero la alegría de la juventud se nota en el coro, en el trabajo y en las ganas que se ponen en todos los proyectos del día a día. También es cierto que he participado en la restauración de importantes piezas artísticas viéndolas revivir: el retablo de Montañés, piezas del antiguo de Jerónimo Hernández, así como un largo etcétera de pinturas y esculturas de pequeño formato. Respecto al edificio, existe un proyecto actual de adecuación del compás y la portería, que están cambiando para poder adaptar su uso a las necesidades actuales del monasterio, una hospedería monástica, así como espacios de exposición, son muy acordes al espíritu contemplativo del edificio, siendo trabajos que las religiosas pueden desempeñar. El carisma agustiniano saldría de los muros hacia fuera si se contara con la financiación suficiente», afirma.

En cuanto a las principales actuaciones que necesita el monasterio, refiere que un edificio de tal envergadura y antigüedad siempre necesita intervenciones constantes. Destaca principalmente «las de adecuar las zonas donde las religiosas hacen vida y trabajan, sin grandes lujos a las necesidades de mantenimiento del edificio, como tejados, tuberías, electricidad (que no existe en todo el monasterio), saneamiento e impermeabilización. Estas tienen que llevarse a cabo sí o sí, para la habitabilidad del monasterio y unas buenas condiciones de vida para las monjas. Aparte se intenta que ciertos espacios puedan hacerse productivos y reviertan en el mantenimiento de la comunidad y su edificio, siempre adecuándose a las formas de vida de las contemplativas».

El monográfico sobre el monasterio de San Leandro puede adquirirse en el citado cenobio o en las basílicas de la Macarena y el Gran Poder. Más de 250 fotografías inéditas de Daniel Salvador-Almeida ilustran una obra que tiene una lectura amena e instructiva para comprender la evolución de los conventos de la ciudad. «Compila muchos años de trabajo y de estudios académicos sobre la realidad del monasterio, su arte, su historia que se extrajeron para la elaboración de mi Tesis doctoral», afirma. Entre tanta documentación es complicado resaltar qué fue lo que más llamó la atención durante los años de trabajo, aunque expone como ejemplo la relación del Beato Diego José de Cádiz con el monasterio, la venta de los murillos de la iglesia conventual en las vísperas de la entrada de los franceses, la donación de un famoso Lignum Crucis milagroso que defendió el dogma inmaculista en 1615 o las relación de poder entre las familias nobles de la ciudad con sus mujeres como religiosas del monasterio.

Uno de los capítulos, concretamente el tercero, está destinado al patrimonio perdido. Aunque es difícil destacar algunas, tiene claro que «sin duda, lo más llamativo es la enajenación de la colección de murillos sobre la vida de San Juan Bautista y otro que iconográficamente representaba a San Agustín lavando los pies a Cristo, el mejor Murillo, que se encuentran diseminados en distintas colecciones mundiales. No obstante, también hay capítulos interesantes en la venta de la platería de la iglesia para poder subsistir. La riqueza de iglesia con centenares de kilos en plata sobre sus retablos debió ser impresionante, así como el enorme manifestador de plata del segundo cuerpo del retablo, donde hoy se encuentra la imagen de San Leandro. Debió ser el más grande de la ciudad».

¿Es el patrimonio de las clausuras el gran desconocido de la ciudad? Para Salvador, «sin lugar a dudas. Por su naturaleza claustral, es normal que sea desconocido del gran público, pero actualmente gracias a publicaciones como la citada, exposiciones temporales, o la musealización de espacios dentro de los conventos, se puede admirar este tipo de obras y a su vez, con la entrada, ayudar al sostenimiento económico del convento y la restauración de las piezas. En este sentido hay que mencionar la labor pionera de la Madre Cristina de la Cruz de Arteaga, priora de Santa Paula y actualmente con causa de beatificación abierta, que fue la primera religiosa sevillana en montar un museo conventual en 1976. Realmente, fue una visionaria, por muchos otros aspectos, en ella vibraba la catolicidad de la Iglesia, la cual le debe mucho». En cuanto a si el sevillano es consciente de la riqueza que atesoran los conventos de la capital, refiere que «el sevillano conoce lo que roza, y roza lo que conoce. Si el sevillano de a pie conociera más (y los que lo conocemos procurásemos que así fuera) el patrimonio de los conventos, estoy seguro que la sociedad sevillana estaría mucho más volcada en ayudar a los conventos que subsisten, a duras penas, en la ciudad. También es de justicia reconocer que entidades como la Real Maestranza de Caballería, la Orden de San Clemente, el Banco de Alimentos, la Hermandad de la Antigua del Salvador y otras muchas hermandades de la ciudad también contribuyen activamente al sostenimiento de los mismos».

«El sevillano conoce lo que roza, y roza lo que conoce. Si el sevillano de a pie conociera más (y los que lo conocemos procurásemos que así fuera) el patrimonio de los conventos, estoy seguro que la sociedad sevillana estaría mucho más volcada en ayudar a los conventos que subsisten, a duras penas, en la ciudad»

Las pasadas navidades una de las muestras que pudimos contemplar fue La Natividad de Jesús desde las clausuras sevillanas, de la que Salvador fue comisario. Sobre la misma, recuerda que «la navidad siempre ha sido una época que pasa a un segundo término en comparación a las fiestas de primavera en Sevilla, pero que en el mundo de las clausuras tiene una importancia capital. Fruto de esa importancia, hay una cantidad enorme de obras que se utilizan en este período, y no me refiero sólo al misterio del nacimiento.  La exposición se basó en una doble vertiente: la catequización y la muestra de la vida las clausuras. Los criterios que tuve a la hora de elegir obras de entre esta gran cantidad que comento son simples: una calidad artística notoria, o bien un interés sociológico, antropológico o etnográfico notable relacionado con Sevilla, que hubiera una diversidad de representación de los distintos tipos de imágenes de esta fiesta, así como también diversidad de momentos históricos o bien episodios relacionados con las órdenes, como Santa Teresa con el Niño de la Escalera del Carmelo o San Agustín y el Niño de la concha para los agustinos. Hay que mencionar que un hito fue la cesión del “Quitito” imagen de un niño Jesús del monasterio de San José del Carmen (Las teresas) que fue propiedad personal y devoción de Santa Teresa de Jesús y sus familiares. Finalmente, el objetivo último fue mostrar el valor de las clausuras e intentar ayudarlas, sus dulces estuvieron a la venta los 33 días de la exposición e, igualmente, las obras volvieron restauradas gratuitamente para los cenobios participantes».

Más recientemente, el pasado mes de agosto, volvieron a estar expuestas en veneración diversas imágenes marianas, como fue el caso de la Virgen del Tránsito, del convento de las mínimas de Triana. Sobre la imagen atribuida a Montes de Oca afirma que era «una casi total desconocida para el mundo de la Historia del Arte y para el mundo cofrade y sevillano en general. Hacía mucho tiempo que no se exponía al culto público, y cuando se vio la anatomía y alta calidad de la imagen pudimos atribuirla a Montes de Oca, sin ningún género de dudas, que tiene varias piezas en el convento» De ella destaca «su hieratismo regio, y la cuidada anatomía de manos y cabeza, algo desvirtuada por los repintes que tiene actualmente». En 2021, fecha en la que se recuperó esta tradición, atribuyó al mismo autor la Comendadora del coro bajo de la Merced de San José «otra auténtica maravilla».

«Siempre tendré que agradecer a todos los colaboradores que ayudan a que esto se haga posible en unas fechas tan difíciles, que siempre agradecen las religiosas»

También el monasterio de San Leandro expone a la veneración de los fieles a la Virgen del Amor. Este año, a las 9:30 h. del día 15 de agosto se abrieron nuevamente las puertas del cenobio, encontrándose público apostado en el exterior antes de la apertura. ¿Ha llegado esta tradición para quedarse? «Si Dios quiere y su comunidad que es la propietaria lo tienen a bien, se seguirá haciendo. Creo que es un día muy bonito, donde la patrona de la ciudad sale a la calle y al mismo tiempo que Ella procesiona, los cenobios de sus hijas muestran sus mejores simulacros. El haber podido recuperar la veneración de la Virgen del Tránsito en Triana y haber expuesto a la del Amor en San Leandro, lleva a fomentar el que los sevillanos conozcan las devociones marianas inmemoriales de los conventos y su forma de vida. Siempre tendré que agradecer a todos los colaboradores que ayudan a que esto se haga posible en unas fechas tan difíciles, que siempre agradecen las religiosas».

«Las monjas de clausura no pueden salir a la calle, pero su oración por el mundo y por nosotros debe ser correspondida con nuestro apoyo como seglares que, libremente, decidan ayudar al sostenimiento de este tipo de vida»

Actualmente, Salvador está inmerso en diversos proyectos, como una publicación similar a la de San Leandro, pero que ahora tiene como protagonista al monasterio de Santa Paula, que verá la luz a finales de año y a beneficio de este, gracias a la Real Maestranza de Caballería. Por otra parte, se editará una publicación por parte de la Diputación Provincial de Sevilla sobre el real monasterio de San Leandro desde un punto de vista más sociológico y etnográfico. Además, está comisariando la exposición por el 775 de la erección de la hermandad del Pilar en Sevilla, que en noviembre acogerá el Círculo Mercantil en su sede de la calle Sierpes. Y en Navidad podremos ver la exposición Et habitavit in noblis, relacionada de nuevo con las clausuras sevillanas, que también comisionará. Otro de los proyectos es la finalización de la obra en el compás de San Leandro para poder adaptar las dependencias a hospedería monástica y a espacios de exposición «donde volcaremos todo el ingenio posible».

Antes de concluir, le gustaría recalcar la gran necesidad de apoyo que tienen las clausuras sevillanas por parte de los laicos. «Los monasterios, como las parroquias, también ejercen una pastoral activa en el mundo, normalmente en su ámbito cercano e insertos en el carisma propio de cada orden (agustinas, mínimas, jerónimas, carmelitas, clarisas…). Las monjas de clausura no pueden salir a la calle, pero su oración por el mundo y por nosotros debe ser correspondida con nuestro apoyo como seglares que, libremente, decidan ayudar al sostenimiento de este tipo de vida. La ayuda no es específicamente económica, sino también con medios humanos que arropen y cuiden a la vida religiosa que tanta importancia tiene para nuestra ciudad. Que recemos con y por ellas, que participemos de sus cultos y eucaristía, es enriquecernos y compartir su riqueza. Al igual que vemos utilidad día a día en la vida activa de las hermanas de la Cruz, las que se dedican a la enseñanza o a los ancianos, etc., así también debemos verla en la vida contemplativa de tantos monasterios que, desde el coro y el torno, reparten esperanza y amor entre los que las buscan» concluye.