El calor de la tarde de agosto, que superaba los treinta grados pasadas las nueve de la noche, brilló con intensidad a orillas del Guadalquivir apoderándose de la noche en la que la ciudad de San Rafael se convierte en la ciudad de San Lorenzo para precipitarse por los rincones, mientras las miradas se iban dirigiendo lentamente al mismísimo corazón del barrio cofrade por excelencia, donde existe un permanente aroma a incienso que lo impregna todo sea cual sea la época del año en la que nos encontremos. Cada mes de agosto, desde que hace ahora cinco veranos la Hermandad del Calvario decidiera regalar a la Córdoba Cofrade una nueva fecha en el calendario, el tiempo se detiene para arremolinarse con la cadencia propia de las cosas especiales. Así se siente esta jornada singular en el Barrio de San Lorenzo, adornado como la ocasión merece y en el que se han dado cita cientos de cordobeses para hacer protestación pública de fe.
El cortejo, que contó con las representación de las hermandades del barrio, salió a una abarrotada plaza de San Lorenzo, donde aguardaba una dotación policial que propició no pocos comentarios entre el público presente que hacía referencia al contraste con épocas precedentes en las que los fieles que acompañaron al santo debieron comenzar la procesión sin policía presente, avanzó pausadamente por las calles del barrio dejando a su paso momentos de gran belleza, hasta que la noche se apoderó del azul del cielo, esparciendo la semilla de la fe por los rincones, que para eso salen las cofradías a la calle, regalando a Córdoba y los cordobeses una nueva fecha en el periplo de glorias, en cuyo calendario, la procesión de San Lorenzo se ha hecho, por derecho propio, con un lugar de privilegio.
Particularmente bello fue el paso por la Plaza de San Rafael, Jesús Nazareno y el Compás de San Agustín donde los sones de la música del grupo de capilla de la Banda de la Esperanza que acompañaba el devenir del paso se hizo más íntimo. Deliciosa música que, no obstante, no impidieron que muchas voces entre el respetable se acordasen y echasen en falta la presencia de una Agrupación Musical de corte clásico, como ocurrió en las procesiones de años anteriores, cuyo repertorio se ajusta como un guante a lo que precisa una procesión de estas características. Música aparte, la puesta en escena, merced al nuevo paso que ha estrenado el Santo, ha sido notable.
Y es que, tal y como adelantamos en exclusiva en Gente de Paz el pasado 21 de mayo, la salida procesional de San Lorenzo, prevista para el 10 de agosto, ha presentado una importante novedad de carácter patrimonial, que evidencia que la determinación de la Parroquia fernandina y de su párroco D. Rafael Rabasco con respecto a esta cita, que paulatinamente se ha forjado un lugar de privilegio en el calendario de glorias de la ciudad de Córdoba, no era flor de un día ni una intención pasajera.
Una importante novedad traducida en el nuevo altar itinerante en el que, a partir de este año, camina entronizado el santo por las calles del barrio más cofrade de Córdoba a hombros de la cuadrilla costalera que dirige con maestría David Arce. Se trata de un magnífico paso adquirido por la Parroquia a la Hermandad de Los Gitanos de Granada en el que procesionaba cada Miércoles Santo el Cristo del Consuelo y que modifica sustancialmente la fisionomía de una procesión que incrementa de este modo exponencialmente su nivel artístico.
Se trata de un paso de madera tallada y dorada realizado por el tallista granadino Antonio López Marín, quien comenzó su ejecución en 1991, siendo culminado cuatro años más tarde, pese a que comenzó a procesionar en 1993. En el frontal llaman la atención unos óleos que muestran imágenes de Santiago, San Cecilio, San Tesifón y San Hiscio pintados por el propio López Marín. El paso está dotado de cuatro grandes hachones que figuran en las esquinas del paso y, sobre todo, la forma piramidal de la canastilla. En él caminó entronizado el Cristo del Consuelo hasta 2014, año en el que la hermandad estrenó un nuevo paso y ahora ha de servir para que San Lorenzo haga lo propio por su barrio.
El conjunto ha sido enriquecido con unas cartelas que personalizan su fisionomía. La pintura o cartela central del paso es la insignia de la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir, diseñada por Mario Ramos y pintada al óleo por el pintor cordobés Juan Manuel Ayala, autor del resto de las pinturas concebidas para ser situadas en el costero derecho y izquierdo, en concreto una con la imagen de San Rafael con la Catedral detrás y otra con la Virgen de los Remedios con San Lorenzo detrás. Finalmente, se ha respetado una de las cartelas tallada con las siglas JHS que se ha situado en la trasera. Un excelente conjunto para conformar una nueva noche con inequívoco sabor cofrade en una ciudad que comienza a prepararse para las citas masivas que se adivinan en el horizonte.