La vida es una montaña rusa de la que no te puedes bajar. Tienes todos los tickets comprados de antemano sin opción a devolución. Así pues, te toca agarrarte fuerte y seguir. Hay veces que cierras los ojos, aprietas los dientes y deseas que pase pronto la adrenalina; otras, te lo estás pasando tan bien que hasta disfrutas del vértigo.
Hace un par de semanas un amigo me dijo que había estado off en las cosas de la Virgen. Yo no he sido consciente de haberla dejado de mirar. De querer reflejarme en sus ojos y sentirla en mí. ¿Me separé de Ti sin querer? ¿Cuál ha sido el motivo? Ha sido cuando más te he necesitado. ¿A qué se ha debido?
La montaña rusa tiene ahora un trayecto algo plano pero con algunos cambios de rasante, que hace que este viaje siga un trayecto incierto, pero intento que siempre bajo su mirada.
Me dejaron sus palabras pensando. ¿Me habría apartado conscientemente, aunque ahora no lo sea? Nunca, nunca he querido apartarme del sendero que me has marcado. Jamás he sentido que yo te haya dejado de hablar, ni tampoco que me hayas abandonado.
Te debo una no, varias charlas de las nuestras. De esas de sentarme, mirarte y contarte. El vagón de la montaña rusa y su traqueteo han dejado marcas en mí. Marcas que hasta no hablar contigo no desaparecerán.
Pero no amigo. Nunca he estado off con las cosas de la Virgen… Ella está en cada poro de mi piel. La respiro cada segundo de mi vida, porque Ella… Ella es mi vida.