Antes de hacer una valoración pausada y sosegada de todo lo ocurrido en los últimos días, sí hay una cosa que me ha quedado más que clara. En la Semana Santa de Córdoba sobra la Cofradía Universitaria. Así a las claras. Sin paños calientes.
Según esta corporación está concebida hoy día, la Universitaria no tiene razón de ser. No hay explicación posible a que la misma esté integrada entre las que conforman la nómina de las que hacen carrera oficial. Su exiguo cortejo de apenas 60 integrantes, tunos incluidos, sus hábitos «nazarenos» o lo que Dios quiera que sean, los bastones de pastores que portan sus diputados en lugar de palermos o varas de acompañamiento, sus pasos, el ridículo exorno floral y, por supuesto, sus pasos procesionales están fuera de lugar, rebajan el nivel general del resto y dañan la imagen de nuestra Semana Santa. El invento del señor Alberto Villar y compañía no cuela, no engaña a nadie. Y si no fuera porque el señor Villar ha sido quien ha sido y ha ocupado el cargo que ha ocupado (Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, ni más ni menos) a estas alturas hasta en el propio ABC le habrían dedicado una crítica similar a esta que me permito realizar desde aquí.
Injustificable, inadmisible, intolerable. La Universitaria no puede ni debe percibir una subvención por poner en las calles esos dos pasos que ponen en la calle el Martes Santo. La fantasmada de este año sacando en el paso de Cristo una piedra de proporciones bíblicas y venderla como una reproducción exacta del Gólgota donde fue crucificado Jesús ha sido la penúltima. Aquí todo el mundo, o casi todo el mundo, parece tener unas tragaderas descomunales. Luego, curiosamente, se ceban con otras Cofradías más humildes y cuyos componentes no tienen la suerte de gozar de la posición social y de los conocimientos que el señor Villar posee, pero tengan presente una cosa: la mayoría de estos demuestran mayor sentido común y mayor dignidad que los responsables de la Hermandad que Villar ha metido en la Semana Santa de esta ciudad -he dicho responsables, luego no me vengan con que me meto con la Hermandad-.
Por cierto, la cifra de 60 componentes del cortejo en el presente año (y pueden darse con un canto en los dientes) la han conseguido alcanzar gracias a que se ha permitido participar en la procesión a personas que… bueno, ya si eso que los hermanos les pidan cuentas a quien corresponda. Y todavía habrá quien saldrá a defender a la actual Cofradía Universitaria tal cual está montada, donde lo único que tiene defensa son sus dos Titulares y el estandarte corporativo. Y el Cristo es lo único, lo único, de mérito que se debe al señor Villar. La Virgen de la Presentación y el magnífico bacalao hay que ponerlos en el haber de los creadores de la Cofradía primitiva que, muy probablemente, se estarán llevando las manos a la cabeza cada vez que ven en qué han convertido esto el señor Villar y compañía.