A las cinco menos cuarto de la tarde del pasado 27 de febrero se abrieron las puertas de Omnium Sanctorum para que diera comienzo el traslado hasta la Santa Iglesia Catedral del Santísimo Cristo de las Almas,, titular cristero de la Hermandad de los Javieres, donde presidió el Via Crucis oficial del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla. Un traslado que se produjo en medio de una perenne multitud que acompañó al cortejo que precedía el discurrir del imponente crucificado de José Luis Pires, que ha presidido el acto de culto erguido sobre las andas cedidas por la Hermandad de Montserrat.
Un traslado que ha dejado atrás de sí múltiples escenas para el recuerdo en un recorrido cuajado de momentos de especial intensidad como el discurrir por la calle Feria donde el crucificado ha rendido visita a los titulares de la Hermandad de Montesión, o la visita a la Divina Pastora de Santa Marina. Tras atravesar la Plaza de la Encarnación el crucificado se adentró en la calle cuna buscando el templo Mayor de la archidiócesis siempre rodeado por una auténtica marea de fieles que han querido ser partícipes de esta jornada histórica para la Hermandad jesuita.
Ya en el interior de la Catedral Metropolitana el crucificado ha recorrido las naves del incomparable templo hispalense en un ambiente de oración y recogimiento solamente tamizado por el exquisito elenco de voces de la Escolanía salesiana de María Auxiliadora que ha puesto el contrapunto musical al Vía Crucis que ha terminado con el tradicional rezo en el altar mayor, la reflexión final pronunciada por el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, y la ofrenda a la Virgen de los Reyes, poniendo punto final al culto y dando comienzo a un traslado de regreso que, si bien como ocurre tradicionalmente ha estado acompañado por un número sensiblemente inferior de fieles y devotos, ha estado igualmente cuajado de múltiples escenas para almacenar en la memoria colectiva de los cofrades sevillanos y de los hermanos de una hermandad que ha vivido con especial plenitud una jornada histórica.